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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > II : (DOMENECH-LLODRÁ) > GONZÁLEZ CARVAJAL, TOMÁS JOSÉ

Datos del fragmento

Texto

[p. 160]

Extractamos estas noticias biográficas de Carvajal de las que preceden al tomo décimotercio de sus obras, que contiene sus Opúsculos inéditos en prosa y verso , publicados por sus nietos en 1847.

El Excmo. Sr. D. Tomás José González Carvajal nació en Sevilla, en 27 de diciembre de 1753. Cursó la Filosofía en aquella Universidad, durante los años de 1773 y 1774. En 1776 recibió el grado de Licenciado en Filosofía; poco después el de Maestro en Artes, y en 1781 regentaba ya una cátedra de Filosofía Moral en la Universidad sevillana. Sucesivamente cursó Teología y Jurisprudencia, recibiendo el grado de bachiller en leyes, a claustro pleno, en 17 de abril de 1784; el de licenciado, en 4 de mayo siguiente, y el de doctor, al poco tiempo. Pasó a Madrid en 1785, con el propósito de solicitar una toga en América; y debiendo éstas proveerse en doctores de Universidades mayores, Carvajal escribió un papel en derecho, probando que lo era la de Sevilla. Fué nombrado sucesivamente nuestro autor individuo de la Academia Práctica de Jurisprudencia y de la Sociedad Económica Matritense, y por encargo de este Cuerpo compuso la oración para felicitar a Carlos IV por su advenimiento al trono. Desde 1778 era miembro de la Academia Latina Matritense. Durante los años de 1787, 1788 y 1789 cursó en los Reales Estudios de San Isidro la lengua griega, que entonces explicaba el docto helenista D. Casimiro Flórez Canseco (vide su artículo). En 2 de marzo de 1790 fué agregado Carvajal a la Secretaría de [p. 161] Hacienda de Indias, obteniendo los honores de oficial en 9 de abril de 1790; y en 7 de octubre de 1794 el empleo de oficial efectivo en la Secretaría de Hacienda de España. Por entonces escribió varias memorias sobre diferentes asuntos de Derecho y Hacienda Pública. En 22 de marzo de 1795 fué nombrado intendente de las nuevas poblaciones de Sierra Morena, y superintendente de la de Almuradiel en la Mancha. Sabido es que aquellas colonias debieron su nacimiento y sucesivas mejoras a la acertada administración del célebre D. Pablo Olavide (vide su artículo), pero, procesado por el Santo Oficio y fugitivo más tarde de España aquel singular personaje, era harto necesaria una mano fuerte y vigorosa que continuase el impulso dado por su antecesor, y ahogase las semillas de discordia, que amenazaban cundir entre los colonos, gente de diversas razas y de costumbres opuestas. Con esfuerzo incansable trabajó Carvajal durante los años de 96 y 97, visitando detenidamente las poblaciones, mejorando su condición y gobierno interior y formando una estadística minuciosa de aquellas colonias. En 1798 volvió a Madrid a dar cuenta de sus trabajos, y proponer nuevas disposiciones para la prosperidad del país, confiado a sus desvelos. A ruegos del Excmo. señor don Francisco Saavedra, a la sazón Ministro de Hacienda, permutó su destino con D. Bernabé Portillo, oficial segundo de la misma secretaría. Poco tiempo duró el Ministerio de Jovellanos y de Saavedra. Vuelto al Poder el Príncipe de la Paz, anulóse la permuta referida y Carvajal hubo de volver a la Carolina, en virtud de Real Decreto de 24 de septiembre del mismo año. «Entonces—escribe su biógrafo—se dedicó con la mayor actividad al fomento y mejora de las colonias, edificando gran número de casas, reparando otras que se hallaban ruinosas, promoviendo los plantíos de olivas y viñas, verdadera riqueza de aquel terreno, y ejecutando de nuestro obras de mucha consideración e importancia. Su gobierno fué tan suave, justo y benigno, que aun lloran los colonos su pérdida como la de un padre.» Pero, resentida su salud a consecuencia del clima, para él dañoso, de la Carolina, solicitó y obtuvo su retiro en 20 de agosto de 1807. Entonces se retiró a Sevilla. Allí vino a sorprenderle el alzamiento nacional de 1808, en el cual tomó parte no escasa, abrazando con singular entusiasmo la santa causa de la Patria. Nombrado, en 1.º de julio, [p. 162] Intendente del Ejercito de Andalucía, vencedor en los campos de Bailén, organizó la parte administrativa, y después de aquella gloriosa jornada se le encargó la Intendencia del Ejército de reserva, que se organizaba en Somosierra. Hallábase en Madrid cuando entraron los franceses a fines de 1808. En vano intentó su antiguo amigo, el Conde de Cabarrús, a la sazón Ministro del Rey José, atraerle a su partido. Resistióse Carvajal a los halagos y a las amenazas; y con riesgo evidente de su vida, huyó disfrazado de Madrid, logrando llegar a Sevilla en 25 de enero de 1809. En abril del mismo año fué nombrado intendente del Ejército del Centro; en junio, del Ejército de Mallorca; en abril de 1810, del Ejército y Reino de Valencia, y en enero de 1811, del Ejército y cuatro Reinos de Andalucía. Y en medio de los peligros y de los afanes que sin tregua se sucedían, entre el tumulto de los combates, en las marchas precipitadas, en los alojamientos y en las tiendas, continuaba Carvajal su traducción de los Salmos , con una constancia extraordinaria, y una fuerza de voluntad, que raya en lo increíble. Vuelto a Cádiz en 1812, fué nombrado presidente de la Junta de Hacienda, y en 30 de marzo de 1813, Ministro de Estado, cargo que no tardó en renunciar, a causa de sus achaques nacidos de vida tan inquieta y desasosegada. En 24 de agosto de 1813, se le admitió la dimisión que tenía presentada, nombrándole al mismo tiempo director de los Reales Estudios de San Isidro, cargo que con instancia había solicitado. Con arreglo a un Decreto de las Cortes de Cádiz, estableció en San Isidro una cátedra de «Constitución de la Monarquía Española», en cuya apertura leyó Sánchez Barbero una oda famosa, que no tardó en conducirle al presidio de Melilla. Si no fué tan adversa la suerte de Carvajal, vióse a lo menos perseguido, encarcelado y sometido a juicio, al restablecimiento del Gobierno absoluto en 1814. A fines del año siguiente fué confinado a Sevilla. Allí vivió retirado hasta 1820, dedicándose sólo a tareas literarias. Restablecido el régimen constitucional en 1820, volvió Carvajal a sus antiguos honores, obteniendo otros nuevos. En el mismo año fué nombrado vocal de la Junta de Censura, y en 1.º de mayo de 1821, Consejero de Estado, y comisionado para la visita de la tesorería general. En 1823 salió de Madrid con el Gobierno, y, entronizada de nuevo la reacción, anduvo errante por [p. 163] espacio de cuatro años, teniendo que mudar con frecuencia de domicilio para burlar las pesquisas de los que, como liberal, le buscaban. Al cabo se le permitió, en 1827, volver a Madrid, donde tenía su casa y libros. En 1829 se le encargó de la recopilación de las Ordenanzas de Hacienda Militar. En 1833 y 1834, fué nombrado, sucesivamente, Ministro del Supremo Consejo de la Guerra, Prócer del Reino y Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica. Perteneció a las Academias Española y de la Historia. En 1832 había dado feliz remate a la traducción de los Libros Poéticos de la Escritura, tarea larga y difícil, que le ocupó treinta y tres años. Falleció en 9 de noviembre de 1834, a los ochenta años de su edad.

Fué Carvajal no solamente un sabio y un escritor eminente, sino un modelo de todo linaje de virtudes. Hasta pudiéramos decir, valiéndonos de la frase de los antiguos escritores de vidas de santos, que «había muerto en olor de santidad». Su cualidad predominante era el fervor religioso, que se reflejaba lo mismo en sus acciones que en sus escritos. El fervor religioso le hizo poeta, hasta donde podía serlo; el estudio de los autores ascéticos de nuestro Siglo de Oro dió a su prosa la abundancia y riqueza que la distinguen, la pureza y corrección que en ella tanto sobresalen. Carvajal es de los escritores más castizos y puros de nuestro siglo; y bien se conoce que no formó su estilo con el estudio de libros extraños, sino con el de nuestros clásicos del siglo decimosexto.

Numerosos fueron los escritos de Carvajal. Algunos se han impreso sueltos, y no están incluidos en la colección de sus Obras . Son los siguientes:

Del oficio y cargo del intendente de ejército en campaña . No he tenido ocasión de ver este tratado. Imprimióse en Valencia, según creo.

Extracto de la obra inédita de D. José Antonio del Barco, intitulada Retrato natural y político de la Bética antigua , inserto en el tomo II de las Memorias de la Sociedad Económica de Sevilla .

Oración gratulatoria al Rey Carlos IV .

Elogio histórico del Dr. Benito de Arias Montano . Publicado en el tomo VII de las Memorias de la Academia de la Historia . Notable es el elogio de Arias Montano por la copiosa erudición [p. 164] y riqueza de datos, por la pureza y extremada corrección del estilo. Ampliamente hemos disfrutado sus noticias para el artículo de Arias Montano.

Meditaciones sobre la constitución militar . Escribiólas siendo individuo de la Comisión nombrada en septiembre de 1812 para la organización del Ejército.

Varias poesías publicadas en diferentes periódicos.

Las demás obras de Carvajal llenan trece tomos, publicados en diversos tiempos y lugares. Los cinco primeros comprenden la traducción de los Salmos; desde el sexto hasta el duodécimo llega la de los Libros poéticos de la Escritura y el décimotercio contiene los Opúsculos inéditos , entre los cuales hay también algunas traducciones. Iremos recorriendo cada uno de los volúmenes y notando en cada uno las circunstancias que parezcan oportunas.

Traducciones

Los Salmos| traducidos nuevamente al Castellano| en verso y prosa| conforme al sentido literal| y a la doctrina de los Santos Padres| con notas| sacadas de los mejores intérpretes| y algunas disertaciones| Por el Dr. D. Tomás González Carvajal,| del claustro y gremio de la Real Uni-| versidad de Sevilla, Intendente de los Rea-| les Ejércitos, Ex-Director de los Reales| Estudios de S. Isidro de Madrid, y Aca-| démico de número de la Real Academia| Española.| Con licencia del Supremo Consejo.| En Valencia, y oficina de D. Benito Monfort.| Añ o 1819. Cinco tomos en 8.º (primero a quinto de las Obras de Carvajal).

Comienza con una advertencia «al que leyere», enderezada a poner de manifiesto las incomparables bellezas de la poesía hebrea. Refiere después las razones que tuvo para emprender su trabajo, y las dificultades que en él se le ofrecieron. Dedúcese de este prólogo, que comenzó Carvajal la traducción de los Salmos , en su retiro de Sevilla, y que en 1807 la tenía ya muy adelantada y dispuesta para la publicación no escasa parte. Y añade que «siguió después sin intermisión, trabajando hasta concluirla del todo, sin que ni los cuidados y obligaciones de su empleo, ni sus continuos viajes y campañas la hubiesen jamás interrumpido... [p. 165] Así hay muchos Salmos traducidos en los caminos, y algunos y no pocos al ruido de las cajas, y al estrépito del cañón... porque nunca se separaron de mí los libros que en este trabajo me servían». De esta suerte acabó su traducción en verso, y apenas se vió con algún sosiego, dedicóse a releerla y corregirla despacio, continuando las observaciones en prosa que sobre ella tenía comenzadas. Hizo largas notas, fuera de lo que al principio pensó, ora anotando las observaciones que le sugería el texto hebreo, ora explicando las circunstancias históricas, ora señalando las bellezas poéticas de cada Salmo. Para hacer con más provecho este trabajo, comenzó a los cincuenta y tres años de su edad el estudio de la lengua hebrea, sin otro maestro que algunos libros que le prestó su amigo D. Pedro Prieto, canónigo de Sevilla. Oyó más tarde en San Isidro las lecciones del sabio orientalista valenciano D. Francisco Orchell, arcediano de Tortosa, padre y maestro de todos los modernos hebraizantes españoles. Para su trabajo ajustóse Carvajal a la Vulgata , reservando para las notas las explicaciones fundadas en la verdad hebraica. Como la traducción poética había de salir forzosamente algo libre y parafrástica, juzgó oportuno Carvajal poner al lado del texto latino una traducción literal en prosa, y, después de haber examinado las varias publicadas en nuestra lengua, hizo una tan ajustada a la letra de la Vulgata , como le fué posible. En 1814 tenía ya su trabajo enteramente acabado y dispuesto para darse a la estampa. Entonces presentó su obra al Arzobispo de Toledo, Cardenal de Borbón, quien, oído el dictamen de los Censores, expidió la licencia que el traductor solicitaba, acompañándola con una carta suya, en que le animaba a su más pronta publicación. Quiso, no obstante, Carvajal explorar la opinión del público antes de comenzar la edición de su obra, y con este designio publicó, en 1816, una ligera muestra (que no he tenido ocasion de ver), y habiendo sido recibida con legítimo aplauso, y teniendo en su poder el traductor el dictamen favorable de varios Prelados, remitió un ejemplar al Papa Pío VII por medio de nuestro Embajador en Roma, D. Antonio Vargas Laguna. Su Santidad se dignó admitir el obsequio, y contestó al traductor con expresiones de sincero afecto. Estas cartas, así como la del Arzobispo de Toledo, preceden al tomo I de los Salmos . Tras estos preliminares, [p. 166] comienza la traducción de los Salmos, que el traductor divide en cinco partes, destinando un tomo a cada una. El primero comprende desde el Salmo primero, Beatus vir , hasta el cuadragésimo, Beatos qui intelligit super egenum et pauperem . La traducción llena 175 páginas, y lleva al pie, en dos columnas, el texto latino, y la versión en prosa. Siguen las notas, que se extienden desde la página 179 hasta la 368.

El segundo tomo (con portada idéntica al primero, como todos los restantes), empieza con una disertación sobre la división de los Salmos en cinco libros; y contiene desde el 41,  Quemadmodum desiderat cervus , hasta el 71, Deus, judicium tuum regi da . Texto, 130 páginas. Notas, 133 a 315.

El tercero lleva una extensa disertación sobre los autores de los Salmos (48 páginas). Abraza desde el 72, Quam bonus Israël Deus , hasta el 88, Misericordias Domini in aeternum . Texto, 92 páginas. Notas, 95 a 218. Cierra el tomo otra disertación sobre el Salmo 52 comparado con el 13 (páginas 219 a 253).

El cuarto contiene los salmos desde el 89, Domine, refugium factus es nobis , hasta el 105, Confitemini Domino, quoniam bonus . Texto, 86 páginas. Notas, 89 a 190. Sigue una disertación sobre los lugares del salmo 88, que en rigor no pueden entenderse de David, sino de Jesucristo (págs. 191 a 206), y otra sobre el sentido de las imprecaciones contenidas en el salmo 108 (págs. 207 a 229).

El tomo quinto comprende los salmos restantes, desde el 106, Confitemini Domino quoniam bonus , hasta el 150, Laudate Dominum in sanctis ejus . Texto, 191 páginas. Notas, 195 a 440.

«El mayor título de gloria de Carvajal será siempre su hermosa y sencilla versión de los Salmos», escribe el señor don Leopoldo A. de Cueto (Bosquejo histórico-crítico de la poesía castellana en el siglo XVIII) . «Excelente Salmista», le llama el docto bibliotecario de la Imperial de Viena, D. Fernando José Wolf (Floresta de Rimas Modernas Castellanas) . «Los Salmos de Carvajal son de subido precio, aunque distan mucho de los originales», añade el sabio presbítero señor Caminero (Manuale Isagogicum in Sacram Bibliam) . A nosotros sólo nos toca asegurar, que habiendo registrado para esta obra, si no todas las traducciones [p. 167] poéticas que de los Salmos existen en castellano, a lo menos cuantas hemos podido hallar, con diligencia no escasa, ora reunidas en colecciones, ora sueltas y esparcidas en diversos libros, pocas nos han agradado tanto por la sencillez y el castizo sabor como la de González Carvajal, exceptuando sólo las versiones que de diferentes salmos hicieron Fr. Luis de León y Arias Montano, incomparables imitadores de la poesía hebraica; algunas del P. Sigüenza, tal cual de David Abenatar Melo y algún otro judaizante, el Super flumina de Jáuregui y otras traducciones sueltas esparcidas en las obras de diferentes autores. De las traducciones completas no conocemos ninguna que se acerque en mérito a la de Carvajal, y no es pequeño elogio, habiéndolas verdaderamente notables. Ni la de Fr. Juan de Soto, ni la del conde de Rebolledo, ni la del maestro José de Valdivieso, ni la de David Abenatar Melo, antes citada, y en muchos casos no poco digna de loa; ni el Espejo fiel de vidas , de Israel López Laguna; ni las diversas traducciones, en general flojas y de escaso mérito, hechas en el siglo pasado (por lo detestable debe mencionarse la de Olavide); ni los Poetas inspirados , del canónigo montañés Bedoya; ni la versión que después de Carvajal publicó Virués y Spínola, ni mucho menos la del ex jesuíta D. Ángel Sánchez, autor de la Titiata; ni tantas y tantas otras como pudieran citarse, y por su escasa importancia se escapan de la memoria y de la pluma, exceden ni aun igualan en conjunto a la de Carvajal, por mas que en partes se la acerquen y aun en ocasiones la lleven crecidas ventajas. Y no entran en cuenta las traducciones en prosa, ajustadas unas a la verdad hebraica, siguiendo otras la Vulgata , y que deben ser juzgadas en una relación muy diversa. El objeto de las últimas debe ser reproducir fielmente, ora el texto original, ora la traslación latina, según la intención y el designio de los intérpretes. Las traducciones poéticas, hechas casi siempre con un propósito meramente literario, deben ser consideradas en sí mismas, y pueden tener considerable mérito, aunque sean sólo, como a menudo acontece, pálidas sombras de los divinos originales.

Dejando aparte estas consideraciones, vamos a presentar una muestra, siquiera leve, de los Salmos de Carvajal. No la escogeremos [p. 168] con particular empeño. Abrimos el tomo II y transcribimos el salmo 41, Quemadmodum desiderat cervus .


   Cual ciervo fatigado,
Que en raudales de fuente cristalina
Refrescarse desea,
Mi espíritu agitado
Del deseo, Señor, de tu divina
Visión que lisongea
Tanto mi triste suerte,
Sed tiene del Dios vivo, del Dios fuerte.
¡Oh si llegara el día
De verte cara a cara el alma mía!
El pan de la amargura
Mezclado comeré con triste llanto,
Mientras el enemigo
Día y noche con dura
Crueldad me pregunta: «¿y tu Dios santo?»
Cuando a solas conmigo
Renuevo la memoria
Del lugar admirable de tu gloria,
Y libre me contemplo
Acercarme y llegar al santo templo:
El alma desfallece
En la tierna efusión de su deseo.
La música sonora
Oír ya me parece,
Y que junto y alegre al pueblo veo
Cantar a cada hora.
¿Por qué, pues, mi reposo
Turbas, corazón mío? Piadoso
Es Dios; en él confía,
Que yo espero te salve todavía.
Tal vez en tanto duelo
La orilla del Jordán, la falda amena
De Hermon, a mi memoria
Prestan algún consuelo,
Pero luego mudándose la escena,
Y en mi fatal historia,
Revolviendo pesares,
Sumergido me veo en hondos mares:
Mi mal el cielo aumenta
Y llueve y truena y crece la tormenta.
   Al fin un día espero
Ver de Dios la bondad, y su alabanza
Cantar en sosegada
[p. 169] Noche. Mas ahora quiero
En mi oración con tierna confianza
Decirle: ¿por qué, amada
Dulzura de mi vida
Y mi amparo, tu amor así me olvida,
Y triste andar me deja,
Cuando el fiero enemigo más me aqueja?
   Duéleme y me traspasa
Hasta los huesos el mortal quebranto
De ver que al enemigo
Ni un día se le pasa
Sin que venga a decirme: «¿y tu Dios santo?»
Burlándose conmigo.
¿Mas por qué mi reposo
Turbas, corazón mío? Piadoso
Es Dios; en él confía,
Que yo espero me salve todavía.

Las notas que en gran numero acompañan a los Salmos , aparte de la doctrina que contienen, son modelos de prosa castellana.

Los Libros Poéticos| de la| Santa Biblia.| Tomo 6.º| que contiene varios cánticos| del Antiguo y Nuevo Testamento| como apéndice a los Salmos,| con un índice de estos,| y los Trenos o Lamentaciones| de Jeremías.| Por el Dr. D. Tomás Josef González Carvajal,| del Claustro y Gremio de la Real Univer| sidad de Sevilla, Intendente de los Reales| Ejércitos, Ex-Director de los Reales Estu-| dios de S. Isidro de Madrid, Académico| de número de la Real Academia Española,|  y Super-numerario de la de la Historia.| Con licencia del Supremo Consejo.| En Valencia y oficina de Benito Monfort.| Año 1827.

Desde que publicó los Salmos no había dejado Carvajal de emplear su tiempo en el estudio y traducción de los demás libros poéticos de la Biblia, y apenas se le permitió establecerse en Madrid, aquietándose la persecución suscitada contra él, a la caída del Gobierno constitucional en 1823; reanudó la interrumpida publicación de los Libros Poéticos , dando a la estampa: Los Cánticos del Antiguo y Nuevo Testamento. Traducidos nuevamente al castellano en verso y prosa, conforme al sentido literal, y a la doctrina de los Santos Padres, con notas e ilustraciones, sacadas de los mejores intérpretes , como dice la anteportada, que precede al frontis transcrito.

[p. 170] Contiene, pues, este tomo, después de una advertencia al lector, los dos cánticos de Moisés, Cantemus Domino y Audite, coeli, quae loquor; el de Débora, Qui sponte obtulistis de Israël; el de Ana, mujer de Elcana (Libro 1.º de los Reyes), Exultavit cor meum in Domino; el de David a la muerte de Saúl y de Jonatás, Considera, Israël, pro his; el de Judith, Incipite Domino in tympanis; los dos de Isaías, Et dices in die illa. Confitebor tibi Domine y In die illa cantabitur canticum istud in terra Juda: Urbs fortitudinis nostrae , etc., y el de Ezequías, Ego dixi: in dimidio dierum meorum (reproducidos luego en los capítulos 12, 26 y 38 de la Profecía de Isaías, a la cual pertenecen; el de los tres niños, Benedicite omnia opera Domini Domino (cap. 3.º de Daniel); el de Jonás (cap. 2.º), Clamavi de tribulatione mea; el de Habacuc, Domine, audivi auditionem tuam (cap. 3.º); el de la Virgen, Magnificat anima mea Dominum (cap. 1.º de San Lucas); el de Zacarías, Benedictus Dominus Deus , y el de Simeón (Luc. 2.º), Nunc dimittis servum tuum . Al fin de cada cántico van las notas que le pertenecen. En la página 237 comienza el índice de los cánticos, y en la 239 el de los salmos. A continuación se hallan:

Los Trenos| o Lamentaciones de Jeremías| Profeta| Traducidas nuevamente al castellano| en verso y prosa| conforme al sentido literal| y a la doctrina de los Santos Padres| con notas e ilustraciones| sacadas de los mejores intérpretes| antiguos y modernos . Precédelas una advertencia al lector. La traducción llena 46 páginas, con foliatura diversa de los Cánticos; las notas alcanzan desde la página 49 a la 195.

Esta versión es muy estimable, como todas las de Carvajal, pero me parece inferior a la del conde de Rebolledo, y a la imitación o paráfrasis del judío Moseh Pinto Delgado, ambas en su lugares respectivos elogiadas.

Los libros Poéticos de la Santa Biblia.| Tomo VII.| Que contiene | el Cántico de los Cánticos| de Salomón.| Por D. T. J G. C... y Académico de número de las Reales Academias Española| y de la Historia| Madrid. En la imprenta Real.| Año de 1829.

Lleva el frontis siguiente:

«El Cántico de los Cánticos, de Salomón, traducido nuevamente al castellano en verso y prosa, y explicado en su verdadero sentido literal, según la doctrina de los Santos Padres, con notas [p. 171] e ilustraciones sacadas de los mejores intérpretes antiguos y modernos.»

Lleva este tomo un excelente prefacio, en el cual se trata de las dificultades que para la interpretación ofrece el misterioso poema hebreo, de la extrañeza que pudieran causar algunos pasajes a los no versados en las costumbres orientales, del plan y disposición del poema mismo, del género a que pertenece, de las personas que en el diálogo toman parte, del sentido literal, del espíritu alegórico; de los trabajos que sobre el Cántico de Salomón hicieron dos sabios españoles, Cosme Damián Hortolá y Fr. Luis de León, y del método que en su interpretación había seguido el mismo Carvajal. Tiene este prólogo 47 páginas.

Al Cántico precede una advertencia con nuevas observaciones sobre el sentido alegórico. Carvajal divide el poema en quince Idilios, apuntando al comienzo de cada uno los interlocutores que en él toman parte. El poema llena 60 páginas. Las notas van desde la 63 a la 142 las de la traducción poética, y desde la 147 a 278 las de la versión en prosa. Llena lo restante del volumen (páginas 278 a 362) un extenso extracto de la tercera interpretación latina que Fr. Luis de León hizo del Cántico de los Cánticos .

Baste decir en elogio de la bellísima traducción de Carvajal, que en muchos casos se acerca a la admirable paráfrasis de Arias Montano, que en su lugar dejamos elogiada, y que, por escasear en extremo las dos ediciones que de ella se hicieron y faltar en ellas largos pasajes, hemos reproducido íntegra en el artículo respectivo, ajustándonos fielmente a un antiguo manuscrito.

Los Libros Poéticos de la Santa Biblia.| Tomo VIII,| que contiene| desde el capítulo 1.º hasta el XXIII| de la Profecía de Isaías.| Por el Dr. etc. (ut supra). Madrid. En la imprenta Real| Año de 1829.

Encabeza la traducción de Isaías una advertencia al lector. Siguen los veintitrés capítulos primeros de la profecía. Al fin de cada uno se encuentran las anotaciones correspondientes. Tiene este tomo 422 páginas.

Los Libros Poéticos de la Santa Biblia.| Tomo IX| que contiene| desde el capítulo XXIV hasta el XLIII| de la Profecía de Isaías.| Por el Dr. etc. (ut supra) . Tiene este tomo 407 páginas.

Los Libros Poéticos de la Santa Biblia.| Tomo X| que contiene| [p. 172] desde el capítulo XLIV hasta el fin| de la Profecía de Isaías. Por el Dr. etc. (ut supra). Madrid, en la Imprenta Real, 1830 . Este tomo lleva una advertencia «al lector». Tiene este volumen 412 páginas.

Como se ve, los tomos VIII, IX y X, de la colección de Carvajal, contienen íntegra la profecía de Isaías.

Además de las portadas transcritas, llevan los tres el frontis siguiente:

«La Profecía de Isaías. Traducida por la primera vez al castellano en verso y prosa, conforme al sentido literal y a la doctrina de los Santos Padres y Doctores Católicos, con notas e ilustraciones sacadas de los mejores intérpretes antiguos y modernos.»

La traducción de Isaías era la parte más difícil y escabrosa de la tarea de Carvajal. Desempeñóla, sin embargo, con notable acierto, y de buen grado transcribiríamos aquí algunos pasajes, si su extensión nos lo permitiera. Recomendamos, no obstante, a nuestros lectores, que lean con atención toda la profecía, y se fijen con especialidad en el capítulo XIII, que está admirablemente traducidos, tan bien como los mejores salmos.

Pocas son las traducciones sueltas de Isaías publicadas en nuestra lengua. Ahora sólo recordamos la de Carvajal y la que hizo directamente del texto hebreo D. Luis Usoz y Río, obra que, aunque impresa modernamente, es muy poco conocida.

Los Libros Poéticos de la Santa Biblia. Tomo XI,| que contiene| desde el capítulo 1.º hasta el XXI| del Libro de Job.| Por el Dr. , etc. (ut supra). Madrid, en la Imprenta Real| Año de 1831.

Lleva, además, la portada siguiente:

El Libro de Job, traducido nuevamente al castellano| en verso y prosa,| conforme al sentido literal y a la doctrina| de los Santos Padres y Doctores Católicos, con| notas e ilustraciones sacadas de los mejores intérpretes antiguos y modernos. Tomo 1.º

Advertencia al lector (XVI páginas). Texto, 325 páginas. Las notas al fin de cada uno de los capítulos.

Los libros poéticos de la Santa Biblia| Torno XII,| que contiene| desde el capítulo XXII hasta el fin| del Libro de Job.| Por el Dr. , etc. Madrid, en la Imprenta Real, 1832 . Texto, 319 páginas.

Con el Libro de Job , al cual sólo perjudica el cotejo con el de Fr. Luis de León, cerró González Carvajal sus Libros Poéticos [p. 173] de la Santa Biblia , dando así feliz remate a la gloriosa tarea, que, como vimos atrás, había ocupado treinta y cuatro años de su vida.

Opúsculos Inéditos| en prosa y verso| del Excmo. Sr. D. Tomás José González Carvajal| autor de la versión de los Salmos y demás poesías| sagradas, Individuo de las Reales Academias| Española y de la Historia , etc., etc.| Tomo XIII y último de sus obras.| Madrid, 1847| Imprenta de Fuentenebro.

Llevan un prólogo y una biografía del autor, escrita por su nieto D. Rafael G. Carvajal. Contiene dos opúsculos en prosa. El primero se titula Coloquios divinos y es una recopilación de todos los que se leen en el Antiguo Testamento, con breves consideraciones sobre ellos. Comenzó el autor este trabajo en 1833, a los ochenta de su edad, y le dejó muy a los principios, prevenido por la muerte. El segundo son unos Documentos de un padre a un hijo recién casado, sobre el verdadero amor conyugal.

El resto del volumen está formado con poesías inéditas conservadas entre los papeles del autor. En su mayor parte son composiciones sagradas, imitaciones casi siempre del estilo de Fray Luis de León. Entre ellas están las siguientes traducciones de diversos himnos:


»Adoro te devotè
»Sacris Solemnis.
»Verbum supernum.
»Pange lingua.
(Pág. 89 a 95).
»Te, Joseph celebrent agmina.
»Coelitum, Joseph, decus.
»Jam lucis orto sidere.
»Nunc sancte nobis spiritus
»Rector Potens, verax Deus.
»Rerum Deus Tenax Vigor.
»Te lucis ante terminum.
(Páginas 114 a 118),

Tiene este volumen 199 páginas de texto y XVI de preliminares.

Los libros poéticos de la Santa Biblia, traducidos en verso castellano por D. Tomás José González Carvajal, y reimpresos de la edición española por D. Vicente Salvá. París. Moessard. 1838 . Dos volúmenes, 18.º Láminas en madera. Contiene la traducción, pero no las notas e ilustraciones.

Salmos, 1838. Libros Poéticos, 1839 . Dos tomos, 32.º Edición igual a la anterior, aunque en tamaño menor, para que pudiera [p. 174] llevarse en el bolsillo con mayor comodidad. Las dos impresiones son muy lindas y es lástima que les falten las ilustraciones y notas.

Aunque sevillano, era Carvajal más admirador del estilo de Fr. Luis de León que del de Herrera, y sostuvo larga polémica sobre este punto con Reinoso y otros escritores de la moderna escuela sevillana. Trató de imitar en sus versos al divino poeta del Tormes, y lo hizo con no poca felicidad, en sus traducciones de la Escritura. No fué tan afortunado en composiciones originales, y como le faltaba la poderosa inspiración de su modelo, tropezó más de una vez en el prosaísmo, y si esta falta apenas se nota en los Salmos y Libros Poéticos de la Biblia donde la grandeza de los pensamientos le sostiene, llega a ser bastante sensible en algunas de sus poesías originales.

Notas