Buscar: en esta colección | en esta obra
Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > II : (DOMENECH-LLODRÁ) > FORNER, JUAN PABLO

Datos del fragmento

Texto

[p. 76]

Triste es el olvido y la indiferencia con que mira la generación actual las glorias pasadas. Desconocidos son, aun para muchos que de eruditos se precian, los nombres de insignes escritores nuestros, nacidos en los siglos XVI y XVII, pero más desconocidos, si cabe, son los del siglo XVIII y principios del presente. Uno de estos ingenios olvidados, mas no por eso menos dignos de loa, es el egregio satírico, cuyo nombre encabeza estas páginas. Casi apagado el rumor de las reñidas contiendas literarias que con tenacidad y encarnizamiento sostuvo contra Iriarte, Trigueros, Huerta, López de Ayala, el bibliotecario Sánchez y otros escritores de su tiempo, pocos recuerdan hoy los altos merecimientos de Forner, como jurisconsulto, como filósofo, como crítico y como poeta.

Pocos leen hoy sus Discursos filosóficos sobre el hombre , muestra luminosa de profundo saber y erudición inmensa; su Oración apologética por la España y su mérito literario , algún tanto declamatoria, pero gallardamente escrita y llena de entusiasmo por las glorias científicas de nuestra patria; su Censura de la historia universal sacro-profana del ex jesuíta Borrego , sus Reflexiones sobre el modo de escribir la historia de Estaña , su Plan de unas instituciones de Derecho Español y otras obras de parecida índole, notables por la crítica firme, resuelta y levantada, por el estilo brioso y desembarazado, aunque peca a veces de duro y áspero, y, sobre todo, por el ardiente espíritu nacional que las anima.

[p. 77] Esta cualidad de inestimable precio en un tiempo en que tan olvidados estaban nuestros filósofos y humanistas del siglo XVI avalora siempre los escritos de Forner. A cada paso menciona a Luis Vives, poniéndole al lado del canciller Bacon; cita repetidas veces a Juan Huarte, no olvida a Gómez Pereira, no desdeña a Raimundo Lulio, con frecuencia se acuerda de Melchor Cano, y estos y otros nombres igualmente gloriosos coloca enfrente de los sofistas franceses del siglo pasado, a la invasión de cuyas doctrinas quiere patrióticamente oponerse. Como campeón de la filosofía española en el siglo XVIII merece Forner el agradecimiento y los aplausos de la posteridad.

Poco menos que desconocido era como poeta, hasta que el señor D. Leopoldo Augusto de Cueto nos ha dado una colección completa de sus versos, entre las obras de los poetas líricos del siglo pasado, que con tanto esmero, diligencia y sana crítica ha dado a la estampa. Los numerosos opúsculos de crítica literaria, fruto de sus largas y ruidosas contiendas, se leen todavía con placer y utilidad, en especial la sátira Menipea, que lleva por título Exequias de la lengua castellana . Como poeta dramático no consiguió rayar a grande altura; su comedia El filósofo enamorado es algún tanto fría y declamatoria. La obra maestra de Forner son sus sátiras, en especial la dirigida «contra los vicios introducidos en la poesía castellana» y la que lleva por título Contra la literatura chapucera del tiempo presente . Ha dejado Forner varias traducciones de Horacio, que le dan un lugar en nuestro catálogo. Forzoso será dar algunos pormenores sobre su vida y escritos. Nació D. Juan Pablo Forner y Segarra en la ciudad de Mérida, el 17 de febrero de 1756. Fueron sus padres D. Francisco Forner, natural de Vinaroz en el reino de Valencia, y D.ª Manuela Piquer, sobrina del ilustre médico D. Andrés Piquer. Hizo sus primeros estudios bajo la dirección de su tío y de su mismo padre, autor de una obra sobre antigüedades de Mérida, que su hijo presentó a la Academia de la Historia. Durante siete años dedicóse Forner al estudio de la lengua latina y de las humanidades con un profesor entonces muy afamado, D. Francisco Torrecilla, a quien Sánchez Barbero llamaba burlescamente Turricula . A la edad de catorce años trasladóse a la Universidad de Salamanca, en cuyas aulas cursó con notable aprovechamiento la filosofía y el derecho [p. 78] civil y canónico, asistiendo además a la cátedra de lengua griega, que regentaba el maestro Zamora, uno de los primeros helenistas de su época. Allí contrajo estrecha amistad con D. Juan Meléndez Valdés, D. José Iglesias de la Casa y el P. Pedro Estala, estudiantes a la sazón en aquella Universidad. Logró también el aprecio del maestro Fr. Diego González, que remitió a Jovellanos algunos de sus primeros ensayos poéticos, No agradaban a Meléndez ni al P. González las abstracciones filosóficas de Forner, tachaban de dureza sus versos y de oscuridad sus ideas, mas no por eso dejaban de reconocer su talento. Aborrecía Fr. Diego González a los «negros escritores, que escriben y trabajan para no ser entendidos». ¿Qué hubiera dicho, a haber tenido ocasión de leer la Analítica , el Ideal de la humanidad y otras producciones no menos estupendas de cierta escuela filosófica moderna? Durante los nueve años que Forner permaneció en Salamanca compuso gran parte de sus versos Allí trabajó los Discursos filosóficos , allí escribió gran número de poesías cortas, flores de la juventud, que prometían copiosos y sazonados frutos. Dedicóse con ardor al estudio de Luis Vives y de Bacon; los tratados De causis corruptarum artium y De tradendis disciplinis del filósofo valenciano; los De dignitate et augmentis scientiarum y el Novum Orgamum del canciller inglés, contribuyeron poderosamente a dirigir su espíritu, naturalmente razonador y por excelencia lógico. Terminada su carrera de jurisprudencia, se consagró al estudio de la lengua hebrea y de los sistemas filosóficos. En 1782 obtuvo el premio ofrecido por la Academia Española al autor de una sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana. Adjudicóse el accésit a don Leandro Fernández de Moratín por su Lección Poética , que aventaja, sin duda, a la sátira de Forner en corrección y buen gusto. Pasó nuestro autor a Madrid y fué admitido en el colegio de Abogados de la corte el 28 de agosto de 1783. En 19 de abril de 1784 fué nombrado abogado honorario de la casa de Altamira, con una pensión de 10.000 reales. Al poco tiempo fué elegido cronista de la misma casa. Desde entonces comienza la vida literaria de Forner, interrumpida por frecuentes escaramuzas literarias que con diversos intervalos se prolongaron desde 1783 hasta 1790. Fué la primera y una de las más reñidas la que sostuvo con don Tomás de Iriarte, que por aquel entonces ejercía una especie de [p. 79] dictadura en la república de las letras. Había publicado en 1777 su traducción de la Poética de Horacio , en 1780 el poema de la Música y en 1782 sus Fábulas literarias , sobre las cuales no tardó en descargar un nublado de impugnaciones. Samaniego dió la señal, lanzando desde Vitoria un cuaderno impreso sin año ni lugar, con el título de Observaciones sobre las Fábulas literarias , crítica acerba, aunque mesurada en los términos; en ella pretendía el fabulista alavés despicarse del injusto silencio de Iriarte respecto a sus apólogos publicados el año anterior. Al poco tiempo corrió de mano en mano con general aplauso y regocijo de los curiosos un satírico papel intitulado El asno erudito , a cuyo frente sonaba como autor D. Pablo Segarra y como editor D. J. P. F., iniciales de D. Juan Pablo Forner. Impreso con todas las licencias necesarias, anunciaba en el prólogo ser una crítica general de los defectos literarios de la época, pero, en realidad, era solo un libelo sangriento contra la persona, estudios, ocupaciones, empleos y obras de D. Tomás de Iriarte, simbolizado en el asno erudito. Tan virulenta crítica, ni merecida ni esperada, hubo de desazonar a Iriarte, y en contestación publicó un folleto, que lleva por título: Para casos tales suelen tener los maestros oficiales. Epístola crítico-parenética o exhortación patética que escribió Don Eleuterio Geta al autor de las Fábulas literarias . Esta contestación acabó de exasperar a sus adversarios. Samaniego dió a la estampa, no en España, sino en Bayona, una colección de versos contra Iriarte. Forner empezó a escribir con toda calma una especie de novela, que tituló Los gramáticos, historia chinesca . En esta obra, llena de erudición e ingenio, de acertadas reflexiones críticas y sembrada de satíricas agudezas, no sólo censura acerbamente cuantas obras había publicado Iriarte hasta entonces, no sólo se encarniza contra él y sus hermanos, sino que, penetrando en vedado terreno, sin que le detuviesen los respetos debidos a la ciencia y al sepulcro, persigue con amarga ironía y despiadado encono la memoria de D. Juan de Iriarte, contra quien no podía abrigar resentimiento alguno, conviértese en vengador del deán Martí, acusado de plagiario, y reproduce cuanto había dicho Mayáns en la polémica que sostuvo contra el Diario de los literatos . En vano intentó Forner publicar en Madrid Los Gramáticos . Diéronse buena maña los Iriartes para impedirlo. Intentó darle [p. 80] a la estampa en Valencia. y no obtuvieron mejor resultado sus esfuerzos. Prevenidos con tiempo sus adversarios, lograron que se formase un largo expediente sobre el asunto, insistió Forner en la publicación de Los Gramáticos , acudieron los Iriartes con una representación al rey, y, por fin, la obra hubo de quedarse inédita. Más justo y mesurado anduvo Forner en otra crítica que contra Iriarte escribió, con el título de Cotejo de las églogas premiadas por la Academia Española . Resentido Iriarte por no haber obtenido el premio, que se adjudicó a Meléndez, escribió unas reflexiones críticas sobre la égloga de su rival. Negóse Batilo a contestarle, pero lo hizo su amigo y condiscípulo Forner, con habilidad no escasa. Nuevos dardos dirigió contra Iriarte en la Sátira sobre la literatura chapucera del tiempo presente , en la cual hace esta graciosa invocación:


   ¡Oh vosotras, mis Piérides canoras
Y tú sublime padre de los días
Que a Iriarte nunca inflamas ni acaloras.

A la contienda sostenida con Iriarte sucedió otra menos sangrienta y empeñada. Había publicado en 1789 el docto bibliotecario D. Tomás Antonio Sánchez su Carta de Paracuellos , sazonadísimo juguete, modelo de sátira literaria, que se lee con gusto aun después de haber saboreado el Prete-Jacopin del Condestable, el Bodoque de Moret y la Perinola de Quevedo. He aquí la nota bibliográfica de este opúsculo, que ya escasea en nuestras librerías:

Carta de Paracuellos | escrita | por D. Fernando Pérez| a un sobrino| que se hallaba en peligro| de ser autor de un libro.| Publícala con notas| un bachiller en Artes.| Madrid, 1789. Por la viuda de Ibarra, calle de la Gorguera.| Con licencia.

En este escrito hacíanse de pasada ciertas alusiones a la Oración apologética de Forner. Dióse éste por resentido y en vindicación propia escribió la Carta de Bartolo, sobrino de D. Fernando Pérez , ocultándose con el transparente seudónimo de Pablo Ignocausto . No se arredró Sánchez ante la incisiva sátira de Forner, sino que, cobrando nuestros bríos, publicó su Defensa de D. Fernando Pérez, autor de la Carta de Paracuellos , a la cual no contestó su adversario.

Su Oración apologética empeñó a Forner en nuevas polémicas con el Censor , el Corresponsal del Censor y otros papeles volantes [p. 81] que por entonces se publicaban en Madrid. Para defenderse escribió su Pasatiempo y con seudónimo de Bachiller Regañadientes publicó una Demostración de la inutilidad de dichos periódicos .

Reñida algarada vino a promover en el campo de nuestras letras la aparición del Theatro Hespañol (sic) de D. Vicente García de la Huerta. Guiado por su buen instinto dramático, habíase declarado el autor de la Raquel , defensor de nuestro teatro del siglo XVIII, contra el cual se asestaban entonces todos los dardos de la crítica traspirenaica. Pero, hombre de su época, sin darse cuenta de lo que sentía, sin comprender el generoso espíritu nacional que había dado vida a nuestro teatro, sin elevarse a las altas regiones de la crítica, participando de muchas de las preocupaciones de sus adversarios, empeñóse en una lucha estéril y de muy dudosos resultados para la buena causa que defendía. Publicó en diez y seis volúmenes una colección de antiguas comedias, no siempre escogidas con el mejor gusto, y en la cual, entre otras imperdonables omisiones, se prescindía por completo de Lope de Vega. Colocó al frente un prólogo difuso, en un estilo extravagante, con una ortografía más estrafalaria aún, y lleno de atroces diatribas contra los franceses y sus admiradores. A pesar de su excesiva acritud, Huerta tenía razón en la mayor parte de las proposiciones sustentadas en su Hescena Hespañola defendida , pero con inexcusable falta de lógica, en vez de protestar contra las reglas arbitrarias de los preceptistas, confesó que las obras dramáticas españolas no se ajustaban a ellas, aunque sus defectos eran fáciles de corregir con las referidas reglas «sabidas por todo el que las estudia». De esta suerte vino a dar la razón a sus enemigos. No esperaban estos otra cosa para lanzarse al combate. Samaniego entró el primero en la lid publicando el número 402 de las Memorias Críticas de Cosme Damián , opúsculo que fué la señal de aquella guerra literaria que llena el último tercio del siglo pasado Enojado Huerta contestó en un folleto, que lleva por título: Lección Crítica a los lectores del papel intitulado Memorias de Cosme Damián, Madrid, 1785, en la imprenta Real . Habíase abroquelado Samaniego en aquellas palabras del Quijote: «Los estrangeros, que con mucha puntualidad guardan las leyes de la Comedia, nos tienen por bárbaros e ignorantes, viendo los absurdos y disparates de las que hacemos.» Huerta, sin comprender la [p. 82] dificultad, echó por el atajo, negando la autoridad de Cervantes y suponiéndole émulo de Lope de Vega. Con esto levantó nuevo tumulto; colocados sus adversarios en buen terreno, menudearon los golpes. Un literato, cuyo nombre ignoramos, ocultándose con el seudónimo de D. Plácido Guerrero , publicó una Tentativa de aprovechamiento crítico . Forner hizo correr manuscrita una Fe de erratas del prólogo del Theatro Hespañol , mofándose de su estilo, de su crítica y hasta de su ortografía, en sumo grado rara y estrambótica. Al poco tiempo dió a luz las Reflexiones críticas de Tomé Cecial, escudero del bachiller Sansón Carrasco , sobre la Lección crítica , de Huerta, formidable máquina levantada contra el prólogo del Theatro Hespañol . Una tempestad de folletos, de sátiras, de epigramas descargó sobre Huerta. Navarrete, oculto con el nombre de D. Pancracio Lesmes de San Quintín , parodiaba su Romance heroico al bombardeo de Argel . Moratín componía la Huerteida . Manuscritos corrían tres romances satíricos que se atribuían a Jovellanos.

Forner perseguía sin tregua a su enemigo y trabajaba contra él un poema burlesco, titulado El Morión (del griego moria , locura). Huerta no se daba vagar en la defensa, y de él podía decirse lo que de Ismael: Manus ejus contra omnes, et manus omnium contra eum . Mantúvose en el campo, solo contra todos sus adversarios, le sorprendió la muerte lidiando, y descendió al sepulcro, llevando consigo la gloria de haber combatido con ardor, aunque sin fortuna, contra las innovaciones francesas.

Por entonces tuvo lugar una terrible avenida del Guadalquivir, que amenazó inundar a Sevilla. Gracias a los esfuerzos del asistente D. Pedro López de Lerena, los desastres no fueron tan grandes como se temía. Estos hechos dieron ocasión al beneficiado de Carmona, D. Cándido María Trigueros, para escribir un poema execrable, que tituló La Riada . Sangrientos epigramas asestaron contra él los críticos de su tiempo. Arjona, el sabio penitenciario de Córdoba, compuso el siguiente soneto:


   ¿Por qué, Betis, con ímpetu tan fiero
Tu onda el ancho confín Tartesio baña
Y dominando toda la campaña
Con Neptuno compites altanero?
   ¿Acaso Jove, a la maldad severo,
[p. 83] La edad de Pirra volverá, en su saña;
Y de escombros en hórrida montaña
Convertirá el honor del cetro ibero?
   Híspalis, tu temor ya se ha cumplido,
Mas ya la ira del Betis es pasada;
Que el cielo tantos males no ha querido.
   Ni temas otra vez ser anegada,
Que Jove a Febo así lo ha prometido,
Porque no se publique otra Riada.

Forner, constante azote de Trigueros, publicó una sátira titulada Carta de D. Antonio Varas al autor de la Riada . En esta virulenta diatriba, bien merecida por Trigueros, desagravió al buen gusto, ofendido con la publicación de la Riada , no sin dar de paso algunas dentelladas a López de Ayala y otros escritores de su tiempo. Poco mesurado en sus ataques, envolvió en ellos a la misma Academia Española, que años atrás le había premiado. Esto atrajo a Forner nuevos disgustos; por disposición del Rey tuvo que dar una satisfacción a aquel ilustre cuerpo, llegando las cosas hasta el extremo de prohibírsele publicar nada sin expresa licencia del Consejo. Mas no por eso consiguió el Gobierno imponer silencio a aquellos literatos que tan crudamente se destrozaban.

Al poco tiempo se publicó el Ensayo de una biblioteca de los mejores escritores españoles del reinado de Carlos III , obra de don Juan Sempere y Guarinos, semillero fecundo de quejas e impugnaciones. Con escasa crítica dió entrada Sempere en su diccionario bibliográfico a muchos escritorzuelos detestables que entonces fatigaban con sus producciones las prensas. En vano clamaba Moratín:


El diablo dicta sus coplas
Maldecidas de Minerva
A D. Álvaro Guerrero,
A D. Lucas, a Cacea
Y a tanto varón egregio
Con quienes Guarinos piensa
Rebutir el suplemento
De su infanda Biblioteca.

A pesar de estas críticas el bueno de Sempere seguía su camino, y la indignación llegó a su colmo al aparecer el tomo VI de su [p. 84] Biblioteca y en él el artículo de Trigueros. Fraguado, según parece, en colaboración con el beneficiado carmonense o, a lo menos, inspirado por él, presentaba el referido artículo un largo y cumplido catálogo de sus obras, un cúmulo de pomposos elogios, y por apéndice varias cartas de un oficial francés retirado en San Germán, y una oda enfática y campanuda del caballero Florián, escritor francés muy aplaudido en el siglo pasado, en elogio de la desmayada comedia de los Menestrales , que tantas burlas atrajo a su autor en España. Este artículo, monumento de la infantil vanidad de Trigueros, acabó de exasperar a Forner, que al punto escribió a Florián, quejándose del tono despreciativo con que hablaba de él en una de sus cartas al autor de la Riada . Dióle cumplida satisfacción Florián, en términos que dejaron muy mal parado a Trigueros. Con talos armas lanzóse de nuevo al combate y publicó, a lo que parece, en Salamanca, un opúsculo titulado Suplemento al artículo Trigueros en la biblioteca del Doctor Guarinos . Hasta empezó a componer un poema burlesco, rotulado Trigerión , seudónimo de Trigueros.

Por extremo difícil sería recordar las ásperas contiendas literarias que durante su estancia en Madrid sostuvo Forner con muchos escritores de su época. Recordaremos, sólo por tratarse de una obra de cierta importancia, que habiendo publicado Vargas Ponce su Declamación contra los abusos introducidos en la lengua castellana , Forner hizo imprimir, en el Puerto de Santa María, un opúsculo titulado La corneja sin plumas , en el cual se esfuerza en demostrar que la obra de Vargas no es más que una serie de plagios de Mayáns, de Alderete, de Covarrubias y de Juan de Valdés, verdadero autor del Diálogo de las lenguas .

«Nadie fué más belicoso que Forner—escribe el señor D. Leopoldo A. de Cueto—, nadie usó más nombres de batalla. Ya Tomé Cecial, ya Pablo Segarra, ya Bartolo, ya Pablo Ignocausto, ya el bachiller Regañadientes, ya Silvio Liberio, siempre se descubre al escritor firme y austero, pero intolerante y descontentadizo.»

Además de estos opúsculos de controversia literaria, publicó en 1787 sus Discursos filosóficos , acompañados de eruditísimas ilustraciones, y su Oración apologética por la España y su mérito literario , ampliación del discurso leído en la Academia de Berlín por el abate Denina, contestando a la cuestión: ¿qué se debe a la [p. 85] España? Por aquel tiempo escribió también su Discurso sobre la historia de España , y se le encargó por el Gobierno la censura de la Historia Universal , del jesuíta D. Tomás Borrego. Como abogado de la casa de Altamira, trabajó una «defensa legal por el marqués de Astorga en el pleito contra el conde de Moctezuma sobre el señorío de Atrisco». En el Diario de las Musas publicó varias poesías y tres diálogos imitando a Luciano, uno de ellos con el título de La farsa de los filósofos , a semejanza de La Almoneda de vidas , obra del satírico de Samosata. Escribió un prólogo para el tratado Del Príncipe , del P. Rivadeneyra, y una dedicatoria para la obra de Fos sobre Tejidos de seda y pronunció una oración inaugural en la apertura de la Escuela de Química. Compuso una tragedia titulada Las Vestales y una comedia rotulada La Cautiva e hizo otros trabajos de menor importancia, que a su tiempo especificaremos.

En 1790 fué nombrado fiscal de la Audiencia de Sevilla. En aquella ciudad contrajo matrimonio el año de 1791. Modificóse un tanto su índole belicosa, suavizóse la aspereza de su condición y advirtióse hasta en sus versos un cambio notable, debido al estudio de los poetas de la escuela sevillana. Allí compuso gran parte de sus poesías, allí escribió también su obra maestra, las Exequias de la lengua castellana . Ajustada la paz con la República francesa en 1795, Forner la ensalzó en el canto épico, que tituló La paz , imitación no desgraciada del estilo de Valbuena. Contribuyó poderosamente a la creación de la Academia de Letras Humanas, fundada hacia 1793 por Arjona, Reinoso, Lista, Blanco, Roldán y otros jóvenes, a la sazón cursantes en la Universidad de Sevilla. Aquella Academia, que tanta influencia ejerció en el desarrollo de la llamada escuela sevillana del siglo XVIII, confirió a Forner el cargo de juez en los Certámenes. Perteneció a diferentes sociedades científicas y literarias de Sevilla, fué director de la de Amigos del País, donde leyó varios discursos; la de Buenas Letras le admitió en su seno, y fué uno de los fundadores de la Academia de Derecho Canónico e Historia Eclesiástica, establecida por Arjona y Sotelo. Por su influjo se estableció en Sevilla el teatro, desterrado hacía muchos años, gracias a las declamaciones de algunos predicadores.

Condolióse Forner del estado de preocupación e ignorancia en [p. 86] que estaban sepultados los sevillanos; comprendió, como literato, la grande influencia que el teatro debía ejercer en las costumbres y en la instrucción del pueblo, y se propuso restablecerle en Sevilla, venciendo con mano fuerte cuantos obstáculos se le opusieran. Hizo venir de Cádiz una compañía que representaba en el coliseo de aquella ciudad, y compuso algunas loas para la apertura del teatro sevillano. Su autoridad, como magistrado, y la protección que le dispensaba el príncipe de la Paz, consiguieron allanar toda resistencia, y el teatro quedó definitivamente establecido en Sevilla. Mas no por eso enmudecieron sus enemigos. No tardó en aparecer una nube de folletos, en los que, además de reproducirse todas las invectivas contra la escena, se trataba a Forner de hereje y hasta de ateo. No se amedrentó el fiscal, harto avezado a lides literarias con enemigos menos débiles y preocupados. Publicó en 1795 la Introducción o loa que se recitó en el teatro de Sevilla, con una carta que le sirve de prólogo , y fué contestando sucesivamente a sus adversarios en las sátiras que llevan por títulos: Respuesta a la carta de Juan Perote, Carta dirigida a un vecino de Cádiz sobre otra de un literato de Sevilla, Respuesta a los desengaños útiles y avisos importantes del literato de Écija, Prólogo al público sevillano, Diálogo entre D. Silvestre, D. Crisóstomo y D. Plácido . Quedó Forner dueño del campo, y para sincerarse de la acusación de irreligioso, último asidero de sus contrarios, dió a luz un opúsculo titulado Preservativo contra el ateísmo , en él hizo ver la pureza de su fe.

Contrajo en Sevilla estrecha amistad con Fernández-Navarrete, Arjona, Sotelo, Reinoso y otros varones eminentes de aquella edad. Mantuvo larga correspondencia con su amigo el escolapio P. Pedro Estala, docto crítico y sabio helenista (véase su artículo), con Moratín y con Florián.

En 1796 fué nombrado fiscal del Supremo Consejo de Castilla. Apenas llegó a Madrid, fué admitido como socio de mérito en la Academia de Derecho Español, y al poco tiempo obtuvo el premio ofrecido por dicha Academia, con su Plan para unas instituciones de derecho español . Obtenido el premio, la Academia le nombro su presidente para el año de 1797. Desgraciadamente vino a cortar tantas esperanzas su arrebatada muerte, acaecida el 17 de marzo del mismo año, a los cuarenta y uno de su edad.

[p. 87] En la Academia de Derecho Español pronunció su elogio fúnebre el distinguido jurisconsulto D. Joaquín M. Sotelo, íntimo amigo del finado. De este trabajo, rico en datos biográficos, hemos tomado algunas noticias para estos apuntes sobre Forner.

Sus obras son:

Manuscritos

Obras de D. Juan Pablo Forner y Segarra . Siete tomos en folio. Manuscrito existente en la Biblioteca Nacional. Está gallardamente escrito y bien encuadernado. Es sin duda la copia que Forner regaló a su protector el Príncipe de la Paz. Cada tomo tiene su índice correspondiente, y entre todos los índices componen nueve hojas.

Tomo I. Contiene:

Observaciones sobre la historia universal sacro-profana, escrita por D. Tomás Borrego, presbítero.

Hizo Forner esta censura por encargo del Gobierno. El original de la obra de Borrego, dividida en 12 tomos en folio y tres de índices en cuarto, existe en la Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Hizo Forner infinidad de anotaciones, algunas de ellas con espíritu sobrado regalista. La obra no llegó a publicarse.

Tomo II:

Fábula original del Asno Erudito.

Cotejo de las églogas premiadas por la Real Academia Española.

Los Gramáticos , historia chinesca.

Representación a S. M. por D. Bernardo y D. Tomás de Iriarte.

Representación al Conde de Floridablanca.

Representación a su S. M.

Varias cartas a D. Eugenio Llaguno, oficial de la Secretaría de Estado.

Fragmentos del expediente que se formó por la solicitud de Forner, insistiendo en la publicación de Los Gramáticos.

Como se ve, este tomo comprende las invectivas contra Iriarte.

El Asno Erudito se imprimió en 1782. El Cotejo de las églogas corrió manuscrito. Los Gramáticos no se han publicado nunca, y [p. 88] ciertamente que lo merecían, como escrito ingenioso y recuerdo de las ásperas contiendas literarias de la época.

Tomo III:

Poesías. Las precede un prólogo, al cual siguen la Carta de Marcial a D. Fermín Laviano y la Del tonto de la duquesa de Alba a un amigo suyo de América , sátiras contra el enjambre de malos poetas, que celebraron el bombardeo de Argel, la paz con Inglaterra y el nacimiento de los infantes gemelos. A continuación se leen sus sátiras, odas, romances y epigramas. Todas estas composiciones, exceptuando sólo una o dos, cuyo excesivo familiar desenfado impide darlas a la estampa, han sido publicadas por el señor Cueto en su preciosa colección de poetas líricos del siglo décimoctavo.

Tomo IV:

Preámbulo al discurso sobre la tortura.

Nuevas consideraciones sobre la perplejidad de la tortura.

Notas a dicha obra.

Discursos sobre el modo de formar unas instituciones del derecho de España.

Parte primera.

Parte segunda.

Notas a dicha obra.

El Plan de unas instituciones de Derecho Español está incluído en la edición de las obras de Forner, hecha por D. Luis Villanueva. El Discurso sobre la tortura no se ha impreso nunca.

Tomo V:

Introducción o loa que se recitó en el teatro de Sevilla, con una carta que le sirve de prólogo.

Respuesta a la carta de Juan Perote.

Carta dirigida a un vecino de Cádiz sobre otra de un literato de Sevilla.

Respuesta a los desengaños útiles y avisos importantes del literato de Écija.

Prólogo al público sevillano.

Diálogo entre D. Silvestre, D. Crisóstomo y D. Plácido.

Todos estos opúsculos se refieren a la cuestión sostenida por Forner contra los enemigos del teatro en Sevilla.

[p. 89] Carta de D. Antonio Varas al autor de La Riada sobre la composición de este poema.

Suplemento al artículo Trigueros, comprendido en el tomo VI del Ensayo de una biblioteca del reinado de Carlos III, por el doctor Guarinos.

Estas dos invectivas contra Trigueros se publicaron en 1785 y 1790.

Tomo VI:

Plan del modo de escribir la Historia de España.

Incluído en la edición del señor Villanueva.

Fe de erratas del prólogo del Theatro español , que ha publicado D. Vicente García de la Huerta.

Lista puntual de los errores de que está atiborrada la primera carta de las que el español de París ha escrito contra la Oración Apologética.

Carta en defensa de la comedia El Viejo y la Ñina.

Carta a D. Ignacio López de Ayala, sobre haberle desaprobado su drama La cautiva española (publicada por el señor Cueto).

Representación al Consejo de Castilla sobre el establecimiento de un teatro en el Puerto de Santa María.

Contestación acerca de la comedia El Filósofo enamorado.

Tomo VII:

Noticia del autor y razón de la obra , papel que precede a las Exequias de la lengua castellana, sátira menipea . Publicada por el señor Cueto.

Manuscritos que posee D. Luis Villanueva

Conserva este caballero los borradores autógrafos de la mayor parte de los escritos de Forner existentes en la Biblioteca Nacional, y además una colección de poesías que comprende muchas más que la copia destinada para el Príncipe de la Paz. Hay entre ellas una sátira empezada, varias odas, sonetos, epigramas y romances, una serie de anacreónticas y muchos fragmentos. Todas estas composiciones han sido publicadas por el señor Cueto. Entre los papeles que posee el señor Villanueva hay trozos de dos poemas, El Buen Gusto y la Pedantomaquia , y de dos odas, una a La impiedad y otra a La fortuna . Por insignificantes no ha reproducido [p. 90] estos fragmentos el señor Cueto. Consérvanse, además, varias escenas de dos tragedias, Moctezuma y Francisco Pizarro , y de dos comedias, La Cautiva y La vanidad castigada . Existe también un viaje burlesco al Parnaso, que termina con la profecía de Bances Candamo, reproducida por el señor Cueto. El manuscrito no es autógrafo de Forner, pero tiene correcciones de su mano, y todo induce a creer que es obra suya. Conserva el señor Villanueva una colección de cartas autógrafas de varios literatos a Forner. Hemos tenido ocasión de ver este volumen en poder del señor D. Leopoldo Augusto de Cueto. La mayor parte de las cartas son de Estala, también las hay de Iglesias, de Arroyal, de Trigueros, de Arjona, de Reinoso, de Quintana, de Navarrete, de Campomanes, de Llaguno, de Moratín, de Florián, del abate Marchena y de otros. Están llenas de noticias curiosísimas para la historia literaria del siglo pasado. Todas ellas merecían publicarse.

Obras impresas

Discursos filosóficos sobre el hombre: de D. Juan Pablo Forner. En Madrid, en la imprenta Real, 1787.

Componese esta obra de cinco poemitas o discursos filosóficos, que llevan los títulos de Ciencia del hombre, Imposibilidad en que se halla el entendimiento de alcanzar la verdadera noción y culto de Dios, Corrupción del hombre, Fin del hombre, de aquí deducida la inmortalidad del alma y de ella la existencia de Dios, Perversas inclinaciones de la Razón. Sistema del hombre, y leyes que debe observar según los designios de la Providencia, que atiende a los remedios de las necesidades humanas . Precede a los discursos una dedicatoria al Varón virtuoso y siguen copiosas ilustraciones. El poema, escrito en la juventud de Forner, se resiente a veces de dureza y oscuridad, al paso que muestra las no comunes disposiciones de su autor para la poesía elevada. Las Ilustraciones , briosamente escritas y llenas de erudición oportuna, dan idea clara del principal talento de Forner, el de razonador incisivo y profundo.

No presentan estos discursos un sistema completo de filosofía, por más que en ellos se traten las cuestiones capitales de la ciencia primera . Forner escribió este libro verdaderamente notable, con [p. 91] el generoso intento de oponerse a la invasión de las funestas doctrinas de la escuela francesa del siglo pasado. Con frecuencia apela al testimonio de filósofos españoles. Cita a Gómez Pereira y su Antoniana Margarita; al doctor Miguel de Palacios, acérrimo impugnador de las Paradojas de aquel famoso médico; a Pedro de Valencia, en su precioso opúsculo Académica sive de judicio erga verum , pero más que todos a Luis Vives, a quien miraba, no sin razón, con una especie de idolatría. Le llama, con justicia, «el primer restaurador de las letras en Europa y el hombre de mayor juicio que se ha conocido en estos últimos siglos». Los tratados De animâ et vitâ, De veritate fidei christianæ, De prima philosophia son para Forner manantiales de pura y saludable doctrina filosófica. Coloca siempre a nuestro gran filósofo mucho más alto que a Descartes y a Bacon. La Sacra Philosophia del divino Valdés es otra de las fuentes a que con más frecuencia acude Forner. La posteridad debe conservar su obra, siquiera por lo que representa en nuestra historia filosófica, ya que no por el severo espíritu de análisis con que está escrita. Los discursos, sin las ilustraciones, han sido reproducidos por el señor Cueto en su colección de poetas líricos del siglo XVIII.

Oración apologética por la España y su mérito literario, para que sirva de exornación al discurso leído por el abate Denina en la Academia de Ciencias de Berlín, respondiendo a la cuestión ¿qué se debe a la España? Por D. Juan Pablo Forner Madrid, en la imprenta Real, 1787.

Había preguntado Mr. Masson de Morvilliers en el artículo Espagne , de la Enciclopedia Metódica: «¿Qué se debe a la España? Y después de dos siglos, después de cuatro, después de diez, ¿qué ha hecho por la Europa?» Esta insolente pregunta que argüía en el insensato enciclopedista tanta necedad como ignorancia, fué bien pronto y victoriosamente contestada. Fué de los primeros en lanzarse a la arena el sabio botánico Cabanillas, residente a la sazón en París, publicando en francés unas eruditas Observaciones contra el desatinado artículo de la Enciclopedia . En ellas hizo ver lo que España había trabajado en todos tiempos en beneficio de las ciencias. Un ilustre extranjero, el abate Denina, que, emigrado de Italia, había encontrado asilo y protección en la corte de Federico II de Prusia, leyó en la Academia de Ciencias de [p. 92] Berlín un elocuente discurso, demostrando lo que España había hecho en Teología, en Jurisprudencia, en Medicina, en Física, en Matemáticas, en Buenas Letras y en Bellas Artes. Tan victoriosa apología, hecha por una pluma extraña y sin sospecha de parcialidad, fué recibida con grande entusiasmo en España. Tradújose al castellano, y a la vista tenemos una versión anónima, sin año ni lugar de impresión. Forner reprodujo el discurso original de Denina y colocó al frente su brillante Oración apologética. En ella sube de punto el entusiasmo por nuestras glorias filosóficas. Crece la admiración hacia Luis Vives, a quien proclama «superior a todos los sabios de todos los siglos». El pasaje en que habla de él tiene verdadera elocuencia. La Oración apologética está gallardamente escrita, llena de calor y de vida, si bien peca algunas veces por declamatoria. Es de las obras que más honran el nombre de su autor. La acompañan largas notas que comprueban los asertos de la oración. En el discurso 113 del Censor publicóse un artículo neciamente escrito contra la obra de Forner. En contestación publicó éste una larga carta, que suele acompañar a la Oración apologética. Las repetidas censuras de sus adversarios le obligaron a componer una obra que tituló:

Pasatiempo en defensa de la Oración apologética. Madrid, 1789. En la Imprenta Real.

Refiere el mismo Forner en una de sus cartas a D. Eugenio Llaguno, que habiendo tenido grande éxito su Oración apologética, obtuvo no escasa ganancia, que muy pronto invirtió en compras de libros. Logró formar de este modo una escogida Biblioteca, pero quedó tan falto de recursos que le fué imposible satisfacer al impresor los gastos del Pasatiempo. Ruega, pues, a Llaguno que interponga su influencia, para que el regente de la Imprenta Real le conceda un plazo para la extinción de la deuda.

El asno erudito. Fábula original de J. P. F., publicada por D. Pablo Segarra. Madrid, 1782. Virulenta diatriba contra Iriarte. Está en verso y la acompaña una introducción en prosa. En el artículo de Iriarte daremos noticia del opúsculo que éste dió a luz en contestación al de Forner.

Reflexiones de Tomé Cecial, escudero del bachiller Sansón Carrasco, sobre la Lección Crítica, de Huerta. Madrid, 1786. En la imprenta Real.

[p. 93] Carta de Bartolo, sobrino de D. Fernando Pérez. Dala a luz Pablo Ignocausto (Forner). Madrid, 1789.

Carta de D. Antonio Varas sobre La Riada, de D. Cándido M. Trigueros. Madrid, 1787.

Suplemento al artículo Trigueros en el Ensayo de una biblioteca de los mejores escritores del reinado de Carlos III, por el doctor Juan Sempere y Guarinos. Salamanca, 1790.

Demostraciones palmarias de que el Censor, su Corresponsal, etc., etc., son inútiles y perjudiciales. Por el bachiller Regañadientes. etc. No he visto este folleto.

La Corneja sin plumas. Puerto de Santa María, 1795.

Diálogo entre el Censor y el Apologista Universal.

Historia de las aguas de Solán de Cabras.

Defensa legal por el Marqués de Astorga, en el pleito contra Moctezuma, sobre el señorío de Altrisco.

Oración inaugural para la apertura de la Escuela de Química.

Discurso sobre el amor de la patria: leído en la Sociedad de Amigos del País, de Sevilla, año de 1794.

No he tenido ocasión de ver estos cinco folletos. Los menciona el mismo Forner en el catálogo de sus obras.

Preservativo contra el ateísmo. Sevilla, 1795.

El filósofo enamorado. Comedia. Precédela un discurso sobre la poesía dramática. Madrid, 1796 . En las cartas de Estala a Forner hay curiosos pormenores sobre los incidentes ocurridos en la representación de esta comedia.

La Paz, canto heroico. Madrid, imprenta de Villalpando, 1796 , en 4.º D. Alberto Lista escribió atinadas observaciones sobre este poema, comparando su estilo con el de Valbuena. En la impresión se omitieron cuatro octavas, que sin duda tachó la censura. Las ha restablecido en su edición el señor Cueto. El canto a La Paz es la obra maestra de Forner, como poeta lírico.

Introducción o loa para la apertura del teatro de Sevilla, con una carta que le sirve de prólogo. Sevilla, 1795.

Varias poesías publicadas en el Diario de las Musas.

Dos diálogos, uno entre un pretendiente y un charlatán y otro entre un bachiller y un moderno . Publicados en el Diario de las Musas .

[p. 94] La farsa de los filósofos , publicada en el mismo periódico.

Dedicatoria o introducción a la obra de Fos sobre dar agua a los tejidos de seda.

Dedicatoria para el tratado del príncipe del P. Rivadeneyra.

Prólogo para una colección de sentencias tomadas de nuestras antiguas comedias.

Varias poesías publicadas en el Diario de Sevilla.

Traducción del tomo IV de la Colección alfabética de los derechos de aduanas . Citada por Sotelo.

Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana . Incluyóse en las dos colecciones de premios publicados por la Academia Española.

Poesías selectas castellanas desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros días . Colección formada por D. M. J. Quintana. En el tomo IV se leen varias poesías de Forner comunicadas a Quintana por Navarrete, que puso al frente una noticia biográfica del autor. Madrid, 1830.

Biblioteca selecta de literatura española, por P. Mendibil y M. Silvela. Burdeos, 1819, imprenta de Lawalle . En el tomo IV hay varias poesías de Forner.

Tesoro del Parnaso Español. París, Baudry, 1840 . Reproducción de las poesías selectas publicadas por Quintana.

Obras de D. Juan Pablo Forner. Tomo primero. Madrid, 1844 . Publicó esta colección el señor D. Luis Villanueva. El tomo primero, único publicado, contiene varias poesías, el Plan del modo de escribir la Historia de España y Los discursos sobre el modo de formar unas instituciones de derecho español.

Poetas líricos del siglo XVIII. Colección formada e ilustrada por el Excmo. señor D. Leopoldo Augusto de Cueto, de la Academia Española. Madrid, 1869 y 1871 . Tomos I y II (61 y 63 de la Biblioteca de Rivadeneyra). Con impaciencia esperan el tercero los amantes de las letras españolas. En el tomo segundo de esta preciosa colección se han publicado por primera vez completas las poesías de Forner. Precédenlas una noticia biográfica escrita por D. Luis Villanueva, una colección de apuntes y extractos hallados entre los papeles de D. Bartolomé J. Gallardo, y el elogio de Forner, escrito por Sotelo. Además de las poesías líricas, del canto de la Paz y de los discursos filosóficos, contiene varios [p. 95] opúsculos críticos, entre ellos la Carta del tonto de la duquesa de Alba a un amigo suyo de América , la Profecía de Bances Candamo , la Carta a D. Ignacio López de Ayala sobre su drama, la Cautiva española y, sobre todo, la sátira menipea, que lleva por título Exequias de la lengua castellana . Con su publicación ha prestado el señor Cueto un servicio inestimable a nuestras letras. No entraremos en el estudio de Forner, como poeta lírico, pues en tal concepto está magistralmente juzgado en la bellísima historia literaria del siglo pasado, que con el modesto título de Bosquejo histórico-crítico precede a la colección citada.

En varias Antologías modernas se han reproducido poesías y escritos varios de Forner.

A todas las obras hasta aquí citadas deben agregarse algunas, hoy desconocidas. Recordamos las siguientes:

Los falsos filósofos . Comedia.

El ateísta . Comedia.

Las Vestales . Tragedia. Insertó un largo trozo en las Ilustraciones a sus discursos filosóficos .

La cachetina de los literatos.

Discurso sobre el origen y progreso del mal gusto en la literatura.

Traducciones

Oda tercera del libro segundo de Horacio . Publicóse en el Diario de las Musas . La ha reproducido el señor Cueto. Comienza:


   Pues presa de la muerte
Has de ser, Delio, al fin, guardar procura
En la funesta suerte
No menos que en la próspera, segura
De inmodesta alegría,
La mente inalterable noche y día.

Arte poética, de Horacio, traducida por D. Juan Pablo Forner, sacada del borrador . Hallábase en el tomo II de la colección de traductores de Horacio, formada por D. Juan Tineo Ramírez, existente en la biblioteca de D. Manuel Gámez y señalada en el catálogo con los números 1.028 y 1.029. Ocupaba 12 hojas, en 4.º, de unos 42 versos cada una. Comenzaba:

[p. 96] Si algún pintor a una cabeza humana
Pegara un cuello de caballo, y luego
Oponiendo entre sí diversos miembros
De animales diversos, repartiese
Varias plumas en ellos, y ordenase
El todo de su lienzo, de manera
Que una hermosa mujer representase
La parte superior, y a dar viniese
La inferior torpemente en un pez negro;
Decid, si esta pintura os enseñasen
¿Pudierais contener la risa, al verla?

Hoy se ignora el paradero de esta versión.

Traducción de las declamaciones de Menckenio sobre la charlatanería de los eruditos . La cita el mismo Forner en el catálogo de sus obras.

Cerraremos este artículo con llave de oro, repitiendo las siguientes palabras con que termina el señor Cueto su juicio crítico de Forner: «Basta lo que escribió para que nadie pueda negarle la gloria de haber sido un magistrado sabio y vigoroso, un defensor diligente y ardoroso de la patria, un hablista vigoroso y correcto y un campeón animoso de la civilización literaria. Si como poeta no subió a muy alto nivel, culpa fué del recio temple de su alma, que le impedía extasiarse en las esferas místicas de la ilusión, donde vive la poesía verdadera. Lista ha juzgado admirablemente a Forner en estas breves y sencillas palabras: «Estaba dotado de una imaginación más fácil para concebir las verdades que las bellezas.»

En el cuaderno 12.º de las Memorias de la Academia Española se ha reproducido la Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana .

ADICIONES

Conversaciones familiares entre el Censor, el Apologista Universal y un doctor en Leyes, en las cuales se procura hacer el panegírico de aquellos dos grandes maestros de nuestra nación y se da a conocer el mérito de sus inmortales escritos. Publica la primera [p. 97] y continuará en publicar otras muchas D. Silvio Liberio, que se pone a escribir periódicos, porque no sabe ponerse a otra cosa. Con licencia, en Madrid, año de 1787 . 52 págs.

Demostraciones palmarias de que el Censor, su Corresponsal, el Apologista universal y los demás papelejos de este jaez no sirven de nada al Estado ni a la literatura de España. Las escribe el bachiller Regañadientes, para ver si quiere Dios que nos libremos de una vez de esta plaga de críticos y discursistas menudos que nos aturde. Con licencia, en Madrid, año de 1787 . 56 págs.

Reflexiones sobre la Lección crítica, que ha publicado D. Vicente García de la Huerta: las escribía en vindicación de la buena memoria de Miguel de Cervantes Saavedra Tomé Cecial, ex escudero del Bachiller Sansón Carrasco: las publica D. Juan Pablo Forner. En Madrid. En la Imprenta Real, 1786 . 8.º, 146 págs.

—————

Publicada en Cádiz en 23 de mayo del mismo año.

Carta dirigida a un vecino de Cádiz sobre otra del L. J. A. C. por un literato sevillano, con el título de La loa restituída a su primitivo ser , su autor Rosauro de Safo, con una epístola de Leandro Misono en nombre del literato sevillano.

Respuesta a los desengaños útiles y avisos importantes del literato de Écija.

Notas