[p. 66]

Nació este poeta mejicano era el valle de San Andrés, a la falda oriental del Orizaba, en 1840. Recibió educación en el Colegio Nacional de San Juan de Letrán. Tomó alguna parte en las agitaciones políticas de su tiempo, como individuo del partido liberal, y más de una vez ocupó asiento en la Cámara de Diputados. Murió, ciego, en estos últimos años. Véase el discurso que en elogio suyo leyó D. F. Sosa con el Liceo Mexicano el 1.º de junio de 1885. Hay varias ediciones de sus poesías con el título de Pasionarias y con un prólogo de D. Ignacio M.ª Altamirano: la última que he visto es de París, por Garnier, en 1892.

Flores cultivó la poesía erótica con mucha brillantez, pero con la monotonía inseparable del género. Es un poeta muelle más bien que carnal, y en sus elegías no se respira más que la atmósfera tibia y perfumada del deleite. Pasan páginas y páginas, y el lector menos severo y morigerado acaba por aburrirse y ofenderse de tanto chasquido de besos. Recuerda muchos los versos amatorios de Ovidio y de Juan Segundo, sin haberlos imitado nunca de propósito, puesto que su ensayo de traducción de Horacio manifiesta que sabía poco latín.