Canción
Pues mi vida es llanto o pena,
Sin faser mudança alguna,
Faré como la serena,
Que canta con la fortuna
Y en bonança sufre pena.
Cuando lloro, cuando canto,
Cuando muero, porque vivo,
Cuando fago amargo planto,
Cuando mis cuitas escribo;
Pues fortuna si lo ordena,
Siguiendo voluntat una,
Faré como la serena,
Que canta con la fortuna
Y en bonança sufre pena.
Villançete [1]
Saliendo de un olivar,
Más fermosa que arreada,
Vi serrana, que tornar
Me fizo de mi jornada.
Tornéme en su compañía
Por faldas de una montaña,
Supplicando sil plasía
De mostrarme su cabaña;
Dixo: «non podeis librar,
Señor, aquesta vegada,
Que superfluo es demandar
A quien non suele dar nada.»
Si lealtat non me acordara
De la más linda figura,
Del todo me enamorara,
Tanta vi su fermosura:
Dixe, «¿qué quereis mandar,
Señora, pues sois casada,
Que vos non quiero enojar,
Nin ofender mi enamorada?»
Replicó: id en buen hora,
Non curés de amar villana,
Pues servis a tal señora,
Non troqués seda por lana,
Nin querais de mi burlar,
Pues sabeis que so enajenada;
Vi serrana, que tornar
Me fiso de mi jornada.
[p. 342] Aquí comiença la epístola de la señora reina de Aragón doña María, enviada al señor rey don Alfonso, marido suyo, reinando en Italia pacíficamente.
A ti el famoso et moderno César, cuyas manos besando con reverencia, no menos que debo a ti, por cuya absencia lealtad aflige et multiplica el mi lícito deseo, tú sin culpa, et yo con justa rason querellosa, ¿de quién me quexaré o a quien me querellaré de ti, si non a ti solo, en cuyo poder toda mi esperança vive? E contempla, por Dios, siquiera una hora en el día, en quien tanto te ama, e piensa en espacio de treinta años cuanto poco mis ojos han gosado de tu vista, et ya que la universal pas has fecho en la grande et rigurosa militante Italia, da con solicitud segura orden a tus grandes fechos, e una breve execucion a tu partida et deseada venida, por consolar aquella que, sin tu vista, ser consolada non puede. E ruégote, cuando la querellosa letra leerás, piadosamente quieras contemplar en los servicios et afectuoso amor de aquella que te la envia, rogándote non fallen en ti duresa nin carestía de fe mis piadosas et verdaderas palabras, e ya que mis ruegos, mesclados con lágrimas, contrastando tu deliberada partida, resistir nunca pudieron, cuando fuiste en África, donde por áspera et sanguinosa batalla venciste, et por armas sobraste al potente rey de Carthago, et enfecionaste e embrigaste todas las islas de infiel sangre con alguna de la tuya. E de aquí vencida la tierra, et puesta a sacomano, gloriosamente con la sancta victoria triunfando, tornaste en la grand Grecia, non olvidando la peligrosa empresa, que con justo título, esfuerzo, peligro, saber et manos, lançaste e despojaste del reino al gállico rey, que duque agora se llama. Te ruego, pues tu empresa con glorioso triunfo acabaste, e otros señores et conmunes tributos te fasen, quieras venir, et non olvidar aquella que nunca te olvida. E non quieras menospreciar la grand constancia et lealtat de tus originales reinos et fieles vasallos, que continuamente ruegan e fasen oracion por tu próspera vida, deseando tu venida et non con menos deseo que los árboles, despojados e [p. 343] fatigados del tempestuoso et trabajoso invierno, esperan la plasiente primavera que los cubra e vista de nuevas et verdes fojas, et los orne de preciosas et odoríferas flores, ansi tus naturales esperan lançar todas angustias e tribulaciones, e por tu venida ser resucitados, renovados et vestidos de nueva alegría, que con solo vista de tu cara, contentos, alegres et pagados, olvidarán cuantas persecutiones et muertes e daños en el adverso tiempo por tu servicio han padescido. Aunque segund mi fortuna, con dubdosa et triste sperança viva temiendo, te será más plasiente oir la presente, que en execucion poner la peticion de aquélla. Porque, muy claro César et señor mio, te suplico, non porque yo sea digna, mas por reverencia de Aquel, que de tantos infinitos peligros te ha guardado e de tantos triunfos et victorias te ha coronado, mas que a otro viviente, quieras venir et non dilatar tu partida, porque mi grand deseo me cause tan grande et continuo pensamiento, que cada dia me apropincua al peligroso passo, tanto que temo sabrás de mi la última nueva, antes que yo de ti segunda venida. Pero aunque muera con esta rabiosa mansilla et con este intrínseco deseo, de tanto grand título me alegro, que por tu fama será mi muerte sabida et nombrada por todo el universo, et dirán: muerta es la dolorosa segunda María, mujer de César Alfonso el Magno, que asas título es a mi ser reina mujer tuya, et morir por tuya, e irte yo a esperar en aquel siglo do mi esperança será cierta, que non podrás fuir.
Romance por la señora reina de Aragón
Retraida estaba la reina,
La muy casta doña María,
Mujer de Alfonso el Magno,
Fija del Rey de Castilla,
En el templo de Diana,
Do sacrificio fasía;
Vestida estaba de blanco,
Un parche de oro ceñia,
Collar de jarras al cuello,
Con un grifo que pendia,
Pater noster en sus manos,
Corona de palmería.
Acabava su oracion,
Como quien planto fasia,
Mucho más triste que leda,
Sospirando, asi desia:
Maldigo la mi fortuna,
Que tanto me perseguia:
Para ser tan mal fadada
Muriera cuando nascia,
E muriera una vegada
Et non tantas cada dia,
[p. 344] O muriera en aquel punto
Que de mi se despedia
Mi marido et mi señor
Para ir en Berbería;
Ya tocaban las trompetas,
La gente se recogia,
Todos daban mucha priessa,
Contra mi a la porfía,
Quién içaba, quién bogaba,
Quién entraba, quién salía,
Quién las áncoras levaba,
Quién mis entrañas rompia,
Quién proises desataba,
Quién mi coraçon fería;
El terramote era tan grande,
Que por cierto, parescia
Que la máchina del mundo
Del todo se desfacia.
¿Quién sufrió nunca dolor
Cual entonces yo sufria?
Cuando vi junta la flota
Y el estol vela fasia,
Yo quedé desamparada
Como vidua dolorida;
Mis sentidos todos muertos,
Cuasi el alma me salia:
Buscando todos remedios,
Ninguno non me valia.
Pidiendo muerte quexosa
Et menos me obedescia,
Dixe con lengua rabiosa,
Con dolor que me aflegia:
¡Oh, maldita seas, Italia,
Causa de la pena mia!
¿Qué te fise, reina Iuhana,
Que rubaste mi alegría?
Et tomásteme por fijo
Un marido que tenía,
Feciste perder el fruto
Que de mi flor atendia.
¡Oh madre desconsolada,
Que fija tal parido habia!
Et dióme por marido un César
Que en todo el mund non cabia,
Animoso de coraje,
Muy sabio, con valentía,
Non nasció por ser regido,
Mas por regir a quien regía.
La fortuna invidiosa
Que yo tanto bien tenía,
Ofrescióle cosas altas,
Que magnánimo seguia,
Plascientes a su deseo
Con fechos de nombradía,
Et dióle luego nueva empresa
Del realme de Secilia.
Seguiendo el planeta Mars,
Dios de la caballería,
Dexó sus reinos et tierras,
Las ajenas conqueria,
Dexó a mi desventurada,
Años veinte et dos habia,
Dando leyes en Italia,
Mandando a quien más podia,
Sojusgando con su poder
A quien menos lo temia,
En África et en Italia
Dos reys vencido habia;
Tú vencist al rey africano,
E otro rey nascido en Gallia,
Tú venciste por tu mano
El mejor reino de Italia,
Si siguieras tu victoria,
Non contento de tu gloria,
Ganaras por más memoria
Ocidente con Thesalia.
Fuera tuya Transmontana,
E Casia con la Turchía,
Et toda la parte africana,
Con Xaloque et Mediodía,
Et fueras dicho Monarca
Que todo el mundo abarca,
Non navegara tu barcha
Por ajena señoría.
Non que vida perezosa
Nin poder temiendo ajeno,
Nin menos mano temerosa
Impedió vuestro gran seno,
Mas por dos mundos regir
Non quesistes conquerir.
Por más seguro rescebir
El summo plaser eterno.
[p. 345] Muestra como por la absencia del
Rey, la Reina mostró su virtud e
constancia.
La vuestra grand solitut,
Illustre Reina bendita,
Descobrió vuestra virtut
De toda sospecha quita,
Que seyendo vos en essencia
De la majestat presencia,
Non fuera vuestra prudencia
De bienes tantos admita.
Ansi que si padesceis,
Ganais eterna memoria,
Y el deleite bien sabeis,
No es virtud nin menos gloria,
Que a los buenos pertenesce
Padescer cuanto se ofresce,
Pues que fama resplandesce,
Señora, cuanto faseis.
Si mi grand prolixidat
Non tan bien va como debe,
Rescebid la voluntat,
Perdonando a quien se atreve
A desir más que non sabe,
Porque la virtut se alabe,
Que a notar cuanto en vos cabe
Es mi fundamiento breve.
A la princesa de Rosano
Entre Sesa et Cintura,
Caçando por la traviesa,
Topé dama que deesa
Parescia en su fermosura.
Pensé que fuesse Diana,
Que caçasse las silvestras,
O aquella que la mançana
Ganó a las vivas nuestras;
¿Sois humana criatura?
Dixe, et dixo non con priessa:
Sí, señor, et Principessa
De Rosano, por ventura.
¡Oh flor de toda bellessa!
¡Oh templo de honestidad,
Palacio de gentilesa,
Fundamiento de bondat!
Mi sentencia vos condena
Que si en aquel templo de Váris
Vos fallara el infante Páris,
Non fuera robada Elena.
Nin de Bersabé, David
Non se dexara vencer,
Nin Urias tornara en lid
Por sus dias fenescer;
Tanto sois de gracia llena,
Que si juntas vos mirara,
Muy menos se enamorara
Archiles de Policena.
Serranilla
Andando perdido, de noche ya era,
Por una montaña, desierta, fragosa,
Fallé una villana, feroce, espantosa,
Armada su mano con lança porquera.
Tenía grand fuego cabe una fontana,
Y en viéndome, luego sin otra peresa,
Revuelta en el braço una capa de lana,
Salióme adelante con mucha ardidesa,
Disiendo: escudero, ¿quién sois? ¿qué quereis
Por esta grand silva deshabitada?
[p. 346] Señora, cruesa de mi enamorada
Me trae fuyendo, aquí donde veis.
La perfection de nostras mujeres,
Es de los treze fasta quince años,
Con éstas se toman suaves plaseres
Et todas las otras son llenas de engaños;
Por ende, señor, si pasa los veinte
Aquella por quien sois tanto penado,
Sabed que seredes el más padesciente
Et sienpre os vereis ser menos amado.
Amad, amadores, mujer que non sabe,
A quien toda cosa paresca ser nueva,
Que cuanto más sabe, mujer menos vale,
Segund, por exemplo, lo hemos de Eva,
Que luego, comiendo el fruto de vida,
Rompiendo el velo de rica ignocencia,
Supo su mal et su gloria perdida;
Guardaos de mujer que há platica et ciencia.
Amad, amadores, la tierna edat,
Cuando el tiempo requiere natura,
Questa non tiene ningund crueldat
Nin ofende al amante luenga tristura.
Romance
Terrible
duelo fasia
En la cárcel donde
estaba
Carvajal cuando
moria,
Que de amores se
aquexaba;
Circundado de
dolores,
Muy áspero
sospiraba,
La muerte poco
temida,
La vida
menospreciada,
Viéndome triste,
partido
De quien más que a
mi amaba,
Viendo yo robado el
templo
Do mi vida
contemplaba,
Viéndome ya
separado
De mi linda
enamorada,
Aflitto, con mucha
pena,
Mi persona
trabajada,
Visitaré yo los
lugares
Do mi señoría
estaba,
Besaré la cruda
tierra
Que mi señora
pisaba
Et diré triste de
mi:
Por aquí se
paseaba,
Aquí la vide tal
dia,
Aquí comigo
fablaba,
Aquí llorando et
sospirando
Mis males le
recontaba,
Aquí pendaba sus
cabellos,
Se vestia et
despojaba,
Aquí la vide muy
bella,
Muchas veces
desfraçada,
Aquí la vide tal
fiesta,
Cuando mi vida
penaba,
Con graciosa
fermosura,
Mucho más que
arreada,
Aquí mostraba sus
secretos,
Los que yo ver
deseaba;
¿Oh desastrada
fortuna!
¡Oh vida tan mal
fadada!
Fallecióme mi
plaser,
Cuando más gososo
estaba.
[p. 347] Oh finiestras tan robadas!
¡Oh cámara
despojada!
Llorad comigo
paredes,
La mi vida tan
amarga,
Lloren todos mis
amigos
Una dérdida tamaña,
E lloren mis
tristes ojos
Con rabia
desordenada,
De lágrimas
fasiendo tinta,
De sangre
purificada,
Nascida del
coraçon,
Por mis ojos
estillada,
Regando mis
tristes pechos,
Quemando toda mi
cara,
Sobrado de grand
dolor,
A mi mesmo
preguntaba:
¿Dónde estás tú, mi
señora?
¿Vives como yo
penada?
¿Quién privó la
vuestra vista
De mirar et ser
mirada?
¿Quién partió tan
grand amor
Con virtud tanto
guardada?
Ansi nos partimos
ambos,
Tales la última
vegada,
Que el menos triste
de nos
Muy agramente
lloraba,
Piedat hobiera
grande,
Un cruel que nos
miraba.
Fin
Do mi vida et bien
se casan,
Dragos con lenguas
rompientes
Mis bienes todos
desatan,
Et del mundo me
desbaratan
Los perversos
maldisientes.
Serranilla
Passando
por la Toscana
Entre Sena et
Florencia,
Vi dama gentil,
galana,
Digna de grand
reverencia.
Cara
tenía de romana,
Tocadura
portuguesa,
El aire de
castellana,
Vestida como
senesa;
Discretamente non
vana,
Yo le fise
reverencia,
Y ella con mucha
prudencia
Bien mostró ser
cortesana.
Assi
entramos por Sena,
Fablando de
compañía,
Con plaser,
habiendo pena
Del pesar que me
plasia;
Si se dilatara el
dia,
O la noche nos
tomara,
Tan grand fuego se
encendia,
Que toda la tierra
quemára.
Vestia
de blanco damasquino,
Çamurra al tovillo
cortada,
Encima de un vellud
fino,
Un luto la falda
rastrada,
Ponposa et
agraciada,
Una invencion traia
Por letras que no
entendia,
De perlas manga
bordada.
Item
más: traia un joyel
De ricas piedras
pesantes,
Un balax, y en
torno del
Çafis, rubís et
diamantes,
Firmando sobre la
fruente
Con muy grande
resplandor,
Pero dábale el
favor
Su gesto lindo,
plasiente.
En
su fabla, vestir et ser
Non mostraba ser de
Mandra,
Queriendo su nombre
saber,
Respondióme que
Casandra;
Yo con tal nombre
oir,
Muy alegre
desperté,
E tan solo me
fallé,
Que por Dios pensé
morir.
[p. 348] Acerca Roma
Veniendo de la Campaña,
Ya el sol se retraía,
Vi pastora muy loçana,
Que su ganado recogia.
Cabellos rubios pintados,
Los beços gordos bermejos,
Ojos verdes et rasgados,
Dientes blancos et parejos;
Guirlanda traia de rama,
Cantando alegre venía,
E si bien era villana,
Fija dalgo parescia.
El arreo de su persona,
Saya negra de sayal,
De yeda tray una sona
Sin pintura artificial,
Libre, suelta, sufragana,
Padre et madre obedescia,
E si bien era villana,
Fija dalgo parescia.
De seda rica nin grana
Non he deseo nin menos cura,
Vestida de gruesa lana,
Ornada de fermosura;
Cuando llueve en su cabaña,
Camarra et fuego tenía,
E si bien era villana,
Fija dalgo parescia.
Entre yo et mi carillo
Ganamos buena soldada,
Sonando mi caramillo
Vivo yo mucho pagada;
Leche, queso et cuajada
Jamas non me fallescia,
E si bien era villana,
Fija dalgo parescia.
De triumphos et grandes honores
Yo non curo en nengund tiempo,
Fortuna nin sus errores
Non me daban pensamiento;
De toda pompa mundana
Muy poca estima fasia,
E si bien era villana,
Fija dalgo parescia.
Por la muerte de Iaumot Torres,
capitan de los ballesteros del señor Rey, que murió en la cuba, sobre Carinola
Las trompas sonaban al punto del dia,
En son de agueros sus voses mostraban,
Las túrbidas nubes el cielo regaban,
Por cuyo accidente el sol se escondia,
Do vi gente de armas que al campo salia,
Et són de valientes et mucho guerreros;
E vi al capitan de los ballesteros,
Más lindo que Archilles, cuando armas fazia.
Encima de un alto pujante corser,
Con armas flagantes ardido armado,
Vestia una jornea de damasco morado,
Mostraba de todos, pardios, señor ser.
¡Oh quién lo viera, pues, armas faser,
Allí do ganó la honorada tumba,
[p. 349] Por cuyos fechos la fama rebumba,
Que fase en los buenos envidia crescer!
Quiso sin tiempo con seso ser hombre,
El tanto famoso Iaumote nonbrado,
Del Rey don Alfonso querido et criado,
Honró su persona, su causa et su nonbre,
Dexó en los siglos por siempre renonbre,
Pugnó con la muerte su mucha virtud,
Muriendo ganó la eterna salud,
Por ende, a ninguno tal muerte no asombre.
Pesar non me dexa mi lengua extender,
Por ser vencedor del tu combatido,
Con armas vencidas del vinto ferido,
Fasiéndole cara y espaldas volver,
Fortuna non puede nin dar nin toller,
Que el fijo de aquella troyana Ecuba,
Mejor con los griegos que tu en la cuba,
Podiese muriendo más honra haber.
Leváronlo a Capua, sangriento, finado,
Bien acompañado, segund merescia,
De nobles varones et caballería,
Entre los cuales él era estimado,
Traxéronlo a Napol, en andas honrado,
Do yo vi las damas de grand preminencia,
Llorando muy tristes, que dentro en Valencia,
Non fuera de todas atanto llorado.
E sobre todas más duelo fasia
Una fermosa dueña, o donsella,
Messándose toda con mucha querella,
Rasgando su cara, que sangre corria,
Con voses turbadas, la tiste disia:
Iniqua, rabiosa et temprana muerte,
Fartaras tu fambre con mi negra suerte,
O ambos mataras en un mesmo dia.
Fin
Oh si murieras en tiempo passado,
Do viris illustris [1] asi memoraban,
En paño de fama allí te fallaran
Con letras de oro tu nombre notado,
Delante de muchos tú fueras mirado,
Amigo, al presente, tú presta paciencia,
Porque a notar tu grand excellencia,
El gran Titu Libio se viera empachado.
[p. 350] Serranilla burlesca
Partiendo de Roma, passando Marino,
Fuera del monte, en una grand plana,
Executando tras un puerco espino,
A muy grandes saltos venia la serrana.
Vestida muy corta, de paño de ervaje,
La rucia cabeça traia tresquilada,
Las piernas pelosas, bien como salvaje,
Los dientes muy luengos, la frente arrugada,
Las tetas disformes, atras las lançaba,
Calva, cejunta et muy nariguda,
Tuerta de un oio, inbifia, barbuda,
Galindos los pies, que diablo semblaba.
Serranilla
Desnuda en una queça,
Lavando a la fontana,
Estaba la niña loçana,
Las manos sobre la treça.
Sin çarcillos ni sartal,
En una corta camisa,
Fermosura natural,
La boca llena de risa,
Descubierta la cabeza
Como ninfa de Diana;
Miraba la niña loçana
Las manos sobre la treça.
[Cancionero de Foulché-Delbosc.]