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Obras completas de Menéndez... > ESTUDIOS Y DISCURSOS DE... > V : SIGLO XIX. - CRÍTICOS Y... > HISPANISTAS Y LITERATURAS... > LA REVUE HISPANIQUE

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SALUDEMOS con júbilo la aparición de la Revue Hispanique de París, [2] primer órgano periodístico consagrado exclusivamente a la lengua y literatura de nuestra Península, y destinado a unir los esfuerzos de todos los que trabajan en estos importantes estudios. Los artículos podrán escribirse no solamente en francés, sino en castellano, portugués y catalán. Director de la publicación es el profesor Fouché-Delbosq, conocido ya por varios trabajos, y especialmente por una traducción y comentario de El Licenciado Vidriera de Cervantes.

El número primero, único que hasta ahora ha aparecido, da ya muy buenas esperanzas de la publicación. Se encabeza con un estudio filológico de A. R. Gonsalves Vianna sobre las lenguas literarias de Castilla y Portugal, consideradas principalmente en su fonética. Sigue un ensayo del señor Fouché-Delbosq sobre la transcripción hispano-hebraica, esto, es, sobre la manera cómo transcriben el castellano en letras hebreas los numerosos judíos que hablan y escriben nuestra lengua en Turquía, en Marruecos, en Argelia, en Túnez, en la Bulgaria-Rumelia, etc. No se ha hecho la estadística de este contingente nada despreciable de nuestra [p. 356] lingüística, pero se sabe que en Salónica asciende el número de estos judíos españoles a 60.000, es decir, a la mitad de la población, divididos en treinta sinagogas, tantas como mezquitas; que en Constantinopla hay 50.000, y 15.000 en Andrinópolis. Estos hebreos de origen español tienen una literatura moderna bastante copiosa, profana y sagrada; tienen, no sólo libros de devoción e historias, sino cuentos y novelas; conservan romances viejos en formas más arcaicas que las que han podido recogerse de la tradición oral de la Península; y han publicado hasta la hora presente más de treinta periódicos en lengua castellana, pero en caracteres hebreos, a excepción de uno solo, el Luzero de la Paciencia , que apareció en Rumania desde 1885 a 1889 en caracteres latinos.

El señor Fouché-Delbosq, que ha hecho especial estudio del asunto, promete una bibliografía de todas estas publicaciones, y por de pronto presenta dos facsímiles de El Tiempo de Constantinopla,  y un artículo de El Telégrafo de la misma ciudad. Bastarán algunas líneas de este artículo para muestra del extraño castellano que se gasta en Oriente, así como de los loables esfuerzos que empiezan a hacer los periodistas judíos para limpiarle de tanto solecismo como le afea por el contacto inevitable con tantos y tan heterogéneos elementos: «No tenemos la pretensión de pueder ansí arrivar a escrivir con perfección la lengua de Cervantes, de Calderón y de Lope de Vega. Nuestras intenciones son más modestas. Nuestro propósito es de emplearnos a purificar nuestro (sic) jerigonza, en españolizándolo de más en más.» Se ve que la peste del galicismo penetra hasta en las sinagogas de Levante.

La transcripción hispano-hebraica es esencialmente fonética, es decir, que no reproduce ni puede reproducir las letras castellanas, sino los sonidos. La profunda diferencia entre ambos alfabetos ha hecho añadir al hebreo, para transcribir el nuestro, cinco caracteres nuevos, y por el contrario cinco letras hebreas han quedado sin uso, porque no tienen correspondencia en los sonidos castellanos.

Sucesivamente estudia el señor Fouché-Delbosq la transcripción de las vocales medias, finales e iniciales, de las consonantes simples y dobles, de las vocales unidas, etc. Con estas breves reglas puede cualquiera, aunque no tenga más rudimentos de la [p. 357] lengua santa que el conocimiento del alefato, acometer la lectura de cualquier periódico o libro compuesto en esta curiosa aljamía.

Sigue a estos artículos filológicos un estudio sobre Jovellanos , que es muestra de un curso de literatura española de los siglos XVIII y XIX dado en la Facultad de Letras de Tolosa por el eminente hispanista E. Merimée. El nombre de tan docto profesor, bien conocido entre nosotros por su magnífico libro sobre Quevedo y sus obras y por su edición crítica de las Mocedades del Cid de Guillén de Castro, nos dispensa de recomendar su artículo que es discreto y sustancioso como suyo, aunque excesivamente breve para un tema tan rico. Tampoco aceptamos todos sus juicios, y desde luego se nos antoja que el mérito literario de Jovellanos está sacrificado en demasía a su acción política y social. Jovellanos es un grande escritor, y sobre todo el primer prosista de su siglo, y otros méritos suyos, por grandes que sean, no deben dejar en la sombra éste. Por lo demás, y tratándose de una mera semblanza, no hacemos cargo alguno al señor Merimée por no haber aprovechado todas las publicaciones modernas sobre Jovellanos, y especialmente las muy importantes del señor Somoza, que actualmente da la última mano a su rica Bibliografía Jovellanista . Tampoco ha podido consultar el señor Merimée, porque desgraciadamente todavía no son de dominio público, los Diarios inéditos de Jovellanos, obra indispensable para el conocimiento de sus ideas y de su vida.

Es tan poco lo que sabemos del converso toledano Rodrigo de Cota, autor del delicioso diálogo entre el amor y un viejo , que se puede agradecer al señor Fouché-Delbosq la publicación de una poesía suya contenida en un códice de papeles varios (K - 97) de la Biblioteca Nacional de Madrid. Estos versos nada valen poéticamente, y además el texto es muy oscuro e imperfecto, pero tienen cierta curiosidad histórica. Son un epitalamio burlesco con ocasión de la boda de un hijo o sobrino del Contador Diego Arias de Avila con una parienta del gran Cardernal Mendoza. Diego Arias (que era de origen judaico, como es notorio), convidó a la boda a muchos conversos deudos suyos, pero se olvidó o hízose el olvidadizo respecto de Rodrigo de Cota, que se vengó con estos versos satíricos, por los cuales dijo la Reina Católica cuando los leyó que «bien parecía ladrón de casa». Algunas alusiones a las costumbres judaicas hacen interesante esta composición, a la cual se [p. 358] agregan dos cartas reales de Isabel la Católica concernientes a la familia de Cota.

Otro texto poético de muy diversa índole figura en este cuaderno: veintitrés odas inéditas de Meléndez Valdés, que llevan el título general de Los Besos de Amor . [1] Son, en efecto, una imitación muy libre (en todos los sentidos de la palabra) de los famosos Basia del holandés Juan Segundo. Leyéndolas se comprende bien que no hayan figurado hasta ahora en ninguna colección de las poesías de su autor. No son obscenas en la expresión, pero sí lúbricas y deshonestas en el concepto, con aquel género de lascivia fría y sosa de que hay hartas muestras, aunque más veladas, en las poesías impresas de Meléndez. Dentro de su género erótico y nada severo son elegantes estos Besos , y puede disculparse su publicación en una revista filológica, cuyo público no ha de componerse ciertamente de púdicas doncellas e inexpertos colegiales.

En la sección de Variedades de este número, ya por sí mismo tan vario, figuran dos notas de Merimée concernientes a Guillén de Castro. La primera fija aproximadamente la época de su llegada a Nápoles, a fines de 1606 o en los primeros meses de 1607, con ayuda de un documento comunicado por Croce, en que consta que se le expidió patente de capitán de la Tierra de Scigliano (en la Calabria Citerior, distrito de Cosenza) el 1.º de junio de dicho año. La segunda noticia se refiere a la edición de 1618 (Valencia, por Felipe Mey) de las dos partes de las Comedias de Guillén de Castro : edición mencionada por Ximeno, y cuya existencia negada por Salvá y La Barrera resulta comprobada ahora por el testimonio de A. L. Stifel ( Zeitschrift für romanische Philologie , 1891) que declara haber examinado un ejemplar de dicha edición, único conocido hasta el presente. Por otra parte, en La Dama Boba , comedia de Lope, firmada en 28 de abril de 1613, se citan ya, como formando libro, las Comedias de D. Guillén de Castro , lo cual prueba que su primera edición, no descubierta hasta ahora, ha de ser anterior a 1614, y probablemente debe identificarse con la [p. 359] Parte primera apócrifa de cuya publicación se queja Guillén de Castro en la suya auténtica de 1621.

Tal es lo más interesante de este primer número de la Revue Hispanique contiene. No todo en él es ni podía ser del mismo precio. Lo que nos ha parecido más endeble es la parte de bibliografía y crónica literaria de actualidad, en la cual, sin embargo, encontramos una noticia muy curiosa, la de haberse representado el 16 de marzo de este año de 1894 El Sí de las Niñas , de Moratín, en lengua castellana, en el Hotel des Sociétés Savantes , por iniciativa de la Société pour la propagation des langues étrangéres en France . «Es la primera vez (dice la Revue Hispanique) que una obra española ha sido representada en París en su lengua original. Esto prueba que a pesar del olvido en que la enseñanza oficial tiene la lengua de Cervantes, hay desde hace algunos años un público que se cuida de estudiarla, no ya con fines mercantiles, sino con el deseo de asimilarse las obras maestras que ha producido. Setecientas personas asistían a esta sesión literaria. Esta cifra prueba por sí sola que no han sido estériles los recientes esfuerzos de algunos hispanófilos.»

Y lo prueba todavía más la aparición de esta Revista de pura erudición española, que todos los aficionados estamos en el deber de recomendar y alentar, para que los frutos de su madurez superen con mucho a estas loables primicias.

Notas

[p. 355]. [1]Nota del Colector . - Revista Crítica publicada en «La España Moderna», número de septiembre de 1894, pág. III.

Artículo coleccionado por primera vez en Estudios de Crítica Literaria.

[p. 355]. [2] . Editor, Alfonso Picard. La Revista aparecerá en los meses de marzo, julio y noviembre.

[p. 358]. [1] . Proceden de un legajo de poesías eróticas de autores de fines del siglo XVIII y principios del XIX (especialmente Iriarte, Moratín y Meléndez) que perteneció a Salvá, y ha sido adquirido recientemente en París por el señor Fouché-Delbosq en la subasta de la rica colección de don Ricardo Heredia.