Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (Piedrahita, 29 de octubre de 1507-Tomar, 11 de diciembre de 1582). Fue un noble, militar, diplomático español, III duque de Alba de Tormes, IV marqués de Coria, III conde de Salvatierra de Tormes, II conde de Piedrahita y VIII señor de Valdecorneja, Grande de España y caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro. Fernando Álvarez del Toledo fue el hombre de mayor confianza y obediencia del rey Carlos I y de su hijo y sucesor, Felipe. Considerado por los historiadores como el mejor general de su época y uno de los mejores de la historia. Se distinguió especialmente en la Jornada de Túnez (1535) participando en la victoria de Carlos I sobre el pirata otomano Barbarroja que devolvió el predominio de la Monarquía Hispánica sobre el occidente del Mar Mediterráneo—, y en batallas como Mühlberg (1547). Eternizó su memoria reprimiendo la rebelión de los Países Bajos, donde actuó con gran rigor castigando a los rebeldes, instituyendo el Tribunal de los Tumultos y derrotando totalmente a las tropas de Luis de Nassau en la Batalla de Jemmingen y a Guillermo de Orange en la Batalla de Jodoigne en los primeros momentos de la Guerra de los Ochenta Años. Coronó su carrera ya anciano con la crisis sucesoria en Portugal de 1580, venciendo a las tropas portuguesas del pretendiente Antonio, prior de Crato, en la Batalla de Alcántara y conquistando ese reino para Felipe II. Gracias a su genio militar España logró la unificación de todos los reinos de la península ibérica y la consecuente ampliación de los territorios de ultramar. La vida del III duque de Alba fue jalonada por una larga serie de hazañas militares que contribuyeron a que España alcanzase su apogeo durante el siglo XVI.