Introducción a la Biblioteca Virtual de Comentaristas de Aristóteles

Aristóteles, atribuído a Berruguete.

Salvador Rus Rufino
Universidad de León


Estudio general

Justificación del proyecto

Utilidad del proyecto

La tradición aristotélica

Reflexiones sobre el progreso en la filosofía


 

La tradición aristotélica

La tradición aristotélica impregna todo el pensamiento político, jurídico y filosófico, ético y retórico –si bien este último pasado por el tamiz de Cicerón y Quintiliano– desde que sus textos comenzaron a ser conocidos en la Plena Edad Media hasta nuestros días. Es una de las corrientes de pensamiento más fuertes en el mundo occidental. Las obras de Aristóteles fueron objeto de ediciones, traducciones y comentarios durante mucho tiempo.

El proyecto Aristóteles y sus Comentaristas (Política, ética y Retórica) pretende reproducir digitalmente los comentarios más importantes sobre estas tres obras de Aristóteles. Se compondrá de una selección de textos, los más significativos e importantes de la Edad Media, aquellos que sirvieron para dar a conocer el pensamiento y las obras de Aristóteles, por ejemplo, de Alberto Magno, Tomás de Aquino, Juan de Buridán, etc., y concluirá en el final de la Ilustración o con el desarrollo de la Filosofía Práctica de Kant y sus discípulos.

La propuesta es centrarse en la llamada Filosofía Práctica y mostrar la larga tradición de la filosofía aristotélica en la civilización occidental. Tres aspectos de una realidad que se vuelve controvertida y para la que Aristóteles tiene respuestas, o muchos creyeron ver en sus textos la justificación a sus propias posturas.

La selección de tres aspectos, Política, Ética y Retórica, no es casual. Responde a una intencionalidad clara: ver cómo las Tesis de Aristóteles fueron utilizadas en la actividad política, social y jurídica para justificar aspectos tan dispares como la monarquía absoluta, la construcción social mediante el contrato, la naturalidad de la vida social, la democracia y hasta la tiranía.Todo ello es muestra clara de la riqueza que encierran unos textos que fueron decisivos para la Historia del Pensamiento Europeo y que configuraron en muchos casos la acción política, el estado y las naciones de Europa.

El aristotelismo ocupa una posición preeminente en la Historia de la Cultura Occidental, desde Boecio a Galileo, desde el final de la civilización clásica hasta la revolución científica del siglo XVII, e incluso en algunos círculos intelectuales duró más tiempo, las obras de Aristóteles fueron decisivas para configurar el pensamiento filosófico, jurídico, político, teológico, científico (es bien conocido su influjo en la organización de los estudios universitarios) de Occidente.

Es conocido el artistotelismo de la Edad Media, especialmente desde el siglo XIII cuando se recibe toda la obra del autor. En contraposición, los historiadores del pensamiento de la Edad Moderna generalmente dejan de lado el aristotelismo y concentran sus esfuerzos en explicar la reacción contra la filosofía escolástica, el descubrimiento y la influencia de nuevas escuelas filosóficas, el desarrollo científico, pocos estudian el auténtico renacimiento de las ideas de Aristóteles entre los intelectuales, los comentaristas y los profesores universitarios[1].

En la Edad Media la Filosofía Práctica de Aristóteles recibió muy poca atención si la comparamos con los escritos de Lógica, Filosofía Natural y Metafísica[2]. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIV cuando la Ética a Nicómaco se convierte en un texto básico, un manual se diría hoy, para la enseñanza y el aprendizaje de las Facultades de Artes[3]. La primera traducción de la Ética a Nicómaco es del siglo XII, pero sólo de los libros segundo y tercero, fue la llamada ethica vetus; la ethica nova, el primer libro y algunos fragmentos sueltos fueron traducidos un siglo más tarde[4].

La tradición de comentarios comenzó con Roberto de Grosseteste, que en 1246-47 dio la primera versión latina del texto[5],la que provocó los primeros comentarios anónimos de la obra. El primer comentario completo importante fue el de Alberto Magno. Posteriormente, su discípulo Tomás de Aquino escribió otro que sirvió de base para muchos autores. Ambos inauguran una tradición que se va a mantener hasta el siglo XVIII. Así, contamos con manuscritos con comentarios de Jaime Douai, Pedro de Auvergne, Giles de Orleans y Rodolfo de Brito, que trataron de mostrar los problemas originales a los que se enfrentó Aristóteles y buscaron soluciones en su obra a los problemas actuales. Es lo que los autores llaman la completa recepción de Aristóteles. En los siglos XIV y XV se incrementaron los comentarios de la Ética a Nicómaco puesto que se detecta un gran interés por los problemas morales. Así, por ejemplo, la obra fue puesta en 1335 como texto de obligado comentario y estudio por los dominicos de la Provenza[6]. La Facultad de Artes de París exige en 1366 que los candidatos a grado de Maestros en Artes deben acreditar la lectura de la Ética aristotélica. En 1392 se establece la posición de lector de Ética en la Universidad de París. Esto supuso que un buen número de teólogos volvieran su mirada hacia la Ética y la comentaran; así tenemos a Enrique de Friemar, Guy Terrena, Gerardo de Odo, Pedro de Coruheda, Conrado de Ascoli y Guy de Rímini. Nos encontramos también con otros autores que no pertenecen a las órdenes religiosas que hacen comentarios a la Ética, como Walter Burley, Alberto de Sajonia –muy influenciado por Ockham– y Juan de Buridán. En el siglo XIV también hay comentarios que siguen unas veces la línea de Buridán y otras la escolástica tomista, podemos citar las obras de Tomás Eberdorfer, Urbano de Melk, Tomás Wuldersdorf, Andrea de Schering, Juan Versor, Pablo de Venecia, Nicolás de Orbelles, Pedro Tartaretus y Pedro de Castrovol, que utilizó por primera vez la traducción de Arentino (Leonardo Bruni)[7].

El humanismo nos ofrece nuevas traducciones de la Ética y, por supuesto, nuevos comentaristas: Nicolás de Foligno, donato acciaiuoli, Ermelao Barbaro, Agostino Nifo y Faber Stapulensis.

La Política tuvo una suerte distinta[8]. Hubo interés por la obra y se comentó en muchas ocasiones[9], incluso en la filosofía árabe se pueden encontrar referencias[10]. Sin embargo, la tradición que interesa, en primer lugar, es la que arranca del tronco de dos grandes comentaristas: Alberto Magno y Tomás de Aquino, continuada por Pedro de Auverne, que introducen y explican las tesis de Aristóteles en el mundo occidental. En segundo lugar, los autores posteriores, que introdujeron importantes variantes, dieron a la Política otro sentido y ejercieron otra influencia en Occidente[11], fueron: Guy de Rímini, Walter Burley, Nicolás de Oresme[12], Juan de Buridán. Con esta división se quiere mostrar que los comentaristas medievales tienen una fuente común, pero difieren en sus interpretaciones de los textos porque tienen, en primer lugar, diferentes lecturas y, en segundo, porque siguen diferentes tendencias intelectuales y también, en tercer término, porque vivieron en épocas que reclamaban soluciones diversas a los problemas políticos.

En la Edad Moderna la obra de Aristóteles, el llamado Corpus Aristotelicum, fue la base y la estructura del plan de educación de las universidades europeas desde Pomponazzi hasta el último tercio del siglo XVII, cuando comienzan a manifestarse los primeros destellos de la Ilustración. Desde 1500 hasta 1670 marcan los años de la gran expansión de los estudios aristotélicos. Se hacen nuevas versiones de los textos griegos, nuevas traducciones latinas e incluso en lenguas vernáculas. Estos años se pueden comparar con la completa recepción de la obra de Aristóteles en el siglo XIII, donde sorprende el gran número de comentarios a su obra, unas veces editadas, otras manuscritas.

El aristotelismo moderno presenta unas diferencias fundamentales con la tradición medieval. Al comienzo, en el siglo XV, el aristotelismo se identifica con el escolasticismo y ofrece una visión muy semejante del mundo y de la filosofía. En el siglo XVI las exigencias, necesidades y diversificación de los estudiantes –no sólo son clérigos, también hay burgueses– y de las universidades en Europa rompió esta unidad, hasta el punto de que se tiene que hablar de varios aristotelismos. Así tenemos que las órdenes religiosas –jesuitas, dominicos, etc.– pretenden mantener la Filosofía Aristotélica al servicio de la Teología de la Iglesia católica. En Italia, el aristotelismo surgido en las Escuelas de Medicina se emancipa del método de los teólogos y crea un Aristotelismo Científico. En Francia, los autores preocupados con las reformas jurídicas y políticas buscaron un auténtico Aristóteles en los textos griegos que ofreciera argumentos jurídicos y políticos con los que afrontar la reforma social. En Alemania, la Reforma Protestante presenta una nueva cara de Aristóteles: una versión comenzada por Melanchton al servicio de las ideas y doctrinas de Lutero, que en el siglo XVII se convirtió en el gran pilar sobre el que se asentaron las nuevas monarquías absolutas.

Estas interpretaciones diversas y diferentes de las obras de Aristóteles tienen su justificación en la más profunda naturaleza de su Filosofía: bajo su manto subyace una nueva concepción del conocimiento y de la ciencia. Una idea propugnada por Descartes, Galileo, Bacon, Hobbes, una concepción que tiene una gran autoridad entre los autores. Las causas de este cambio de mentalidad hay que buscarlas en las profundas mutaciones sociales a las que asiste la época y, en parte, la Filosofía Aristotélica contribuyó a condicionar el camino que siguieron estos cambios.

La forma que tomó la recepción, el desarrollo y la comprensión de la Filosofía Aristotélica varió de un lugar a otro, pero todos tenían en común el rechazo a la autoridad tradicional y el advenimiento de una nueva mentalidad científica, de un ambiente pluralista. La forma de exponer y dar a conocer la obra de Aristóteles fue variada. Se podrían citar las siguientes:

  • Los comentarios referidos a un libro, un conjunto de obras o parte de una obra.
  • Las cuestiones o disputaciones sobre un tema fundamental.
  • El curso donde se recogía un resumen de todo el pensamiento de aristóteles o de una parte significativa de la obra: Lógica, Física, Ética.
  • La monografía, un tratado sobre un tema fundamental de la obra; así, tenemos los compendios, los breviarios, las sinopsis, las conclusiones, las flores, las tablas, etc.
  • Las glosas y las orationes.
  • Los prefacios que sirven para presentar una obra del autor.

La Retórica de Aristóteles pervivió en la tradición latina de la Edad Moderna. Fue en el siglo XVI objeto de algunos comentarios importantes que todavía resultan útiles: los de Pietro Vettori (Florentiae 1548), Martin Borrhaus (Basileae, 1551), Johannes Sturm (Argentinae, 1570), Antonio Riccoboni (Francofurti, 1595) y Franciscus Portus (Spirae, 1598). Los comentarios son empleados como fuente de algunos de los tratados teóricos. Algunas explicaciones de Marco Antonio Majoragio (Venetiis, 1572), y el de Ludovico Carbone (Venetiis, 1596) fueron tenidas en cuenta por la tradición posterior.

La Retórica Aristotélica se mantiene como sustento de la teoría general a pesar de una preferencia por la adaptación e imitación de Cicerón, propia de la etapa central del movimiento cultural renacentista. Melanchthon y Bucoldianus la combaten, por una parte, y los ramistas, por otra, intentando buscar un nuevo camino para la Dialéctica. A comienzos del Barroco (primera mitad del XVII) se van integrando los conocimientos generales y las aplicaciones prácticas en una teoría común que se completa con las aportaciones de los distintos autores a la tradición, pero parece triunfar la reducción de la Retórica a la parte llamada Elocución, pasando la invención de argumentos a la Dialéctica y el resto de sus contenidos a la Oratoria práctica forense, académica, sacra o profana.

 


1. Véase para estos problemas Lohr, CH. Renaissance Latin Aristotle Commentaries.

2. Gauthier, R.A. Aristote. L’Ethique à Nicomaque, Nauwelaerts, 1970, pp. 111-146.

3. Heidingsfelder, G. Albert von Sachsen: Sein Lebensgang und sein Kommentar zur nikomachischen Ethik des Aristoteles, BgPM xxII, 3-4, 1921, pp. 55 y ss.

4.  Gauthier. Ethica Nicomachea. Praefatio, (Aristoteles Latinus xxVII, 1-3), Brill, 1974,pp. xVI-cLI.

5. Gauthier. Ethica Nicomachea. Praefatio, 1974, pp. ccI-ccII.

6. Gauthier. Aristote. L’Ethique à Nicomaque, 1970, pp. 135.

7. Véase para la labor de traducción de arentino, Gualdo Rosa, L. Una nuova lettera del Bruni sulla sua traduzione della Politica di Arisotetele, Rinascimento, 23, 1983, pp. 113-124.

8. Hertling, G. von. Zur Geschichte der aristotelischen Politik im Mittelalter, Rehinisches Museum, 39, 1884, pp. 446-457; Martin, C. Some Medieval Commentaries on Aristotle’s Politics. En History, 36, 1951, pp. 29-44; Grabmann, M. Die mittelalterlichen Kommentare zur ‘Politik’ des Aristoteles, München, 1941; Fioravanti, G. La Politica aristotelica nel medio evo: Linee di una recezione en Rivista di Storia della Filosofia, 52, 1997, pp. 17-29.

9. Véase la obra de Flüeler, C. Rezeption und Interpretation der Aristotelischen ‘Politica’ im späten Mittelalter, 2 vols., Amsterdam, 1993.

10. Pines, S. Aristotle’s Politics in arabic Philosophy en Studies in History of Arabic Philosophy, S.troumsa (ed.), 1996.

11. Lagarde, G. de. Une adaptation de la Politique d’Aristote au 14e siçcle en Revue historique de droit française et étranger, 11, 1932, pp. 227-269; Czartoryski,W. La Politique d’Aristote à
l’Université de Cracovie au XVe et XVIe siçcles,Wroclaw, 1963; Luscombe, D. Comentaries on the Politicsk: Paris and Oxford, XIII-XVth Centuries en O.Weijers (ed.); L’e enseignement des disciplines à la Faculté des arts,turnhot, 1997, pp. 313-327.

12. Sherman, C.R. A Second Instruction to the Reader from Nicole Oresme,Translator of Aristotle’s Politics and Economics en Art Bulletin, 61, 1979, pp.468-469