La ciencia y la técnica en la empresa americana

Xavier Agenjo Bullón
Director de proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi

ORCID: http://orcid.org/0000-0001-8338-8087

DOI: http://dx.doi.org/10.18558/FIL139

 

Patata — Solanum tuberosum. Lámina

A la hora de presentar un proyecto como el de la Biblioteca Virtual de la Ciencia y la Técnica en la Empresa Americana, el bibliotecario se enfrenta al prejuicio que existe, muy por encima de cualquier otro, sobre la aportación de la ciencia y la técnica españolas al conjunto de la ciencia y la técnica del resto de Europa y, muy en especial, a aquella basada en la empresa americana. (Los aspectos técnicos y bibliográficos se detallan en la Nota a esta edición digital)

Esto no siempre fue así. Como se verá, las obras de los científicos españoles, y posteriormente hispánicos e ibéricos, fueron altamente consideradas por sus coetáneos y sucesores; como prueba de ello, se multiplicaron durante dos siglos las traducciones a todas las lenguas europeas (francés, inglés, italiano y, en menor medida, latín, holandés y alemán). Fueron también constantes las reediciones, que se cuentan por decenas, como se puede constatar precisamente en esta biblioteca virtual.

Son los más destacados científicos del momento quienes se encargan de traducir las obras españolas o hispanas, que citan constantemente. De hecho, en la Biblioteca personal de Isaac Newton se encuentran ejemplares de las obras de José de Acosta, de Benito Arias Montano y de la obra, especialmente trabajada por el brillante científico, de Hugo de Omerique [*]. Esta situación llega hasta Humboldt, quien afirma que ninguna nación como España había dedicado tantos recursos y tantos hombres a la investigación y la ciencia en América. Sin embargo, es justamente en tiempos de Humboldt cuando la situación cambia y todos aquellos panfletos y escritos denigrativos que se habían gestado en tiempos de la hegemonía hispánica cristalizan en lo que, posteriormente, se llamó La leyenda negra, una leyenda que ya debería estar más que superada y que en relación con la Ciencia Española fue utilizada incluso en España y en los países hispanoamericanos.

Hubo que esperar a la obra ciclópea de Menéndez Pelayo para que comenzaran a sentarse las bases de un conocimiento riguroso de la Ciencia y la Técnica en España. Don Marcelino murió a los 55 años y su línea de investigación, en lo que se refiere al pensamiento crítico, la siguieron Bonilla y San Martín, que murió también prematuramente, a los 51 años, y don Ramón Menéndez Pidal, su otro albacea, que vivió hasta los 99 años.

Fotos de Pedro Laín Entralgo y José María León-PortillaSiguen a esta recuperación otros grandes hitos. Entre ellos, la obra enciclopédica (basada en la aceptación crítica de la de Menéndez Pelayo) de Pedro Laín Entralgo, cuya Historia Universal de la Medicina creó una escuela a la que pertenecen sin duda alguna Francisco Guerra, Luis García Ballester, Luis Sánchez Grangel y, sobre todo, José María López Piñero,  otro gran hito que también creó escuela entre quienes se agruparon en torno al Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia que ahora lleva su nombre y cuya obra y numerosísimas publicaciones causan casi el mismo asombro que las de Menéndez Pelayo (no puede decirse lo mismo de su magnífica biblioteca digital cuyo sistema de gestión de la información es muy mejorable). También la escuela de Hebraistas y Arabistas ha hecho aportaciones muy importantes, muchas de ellas relacionadas con la cosmografía, la navegación, etc. Su figura más señera es la de Juan Vernet y su maestro, Josep M.ª Millàs Vallicrosa.

No sólo la aportación de los estudiosos españoles ha servido para una reconsideración y crítica, desde luego muy positiva, de científicos y técnicos españoles, sino que los propios americanos han hecho importantes aportaciones a ese pasado común. Se puede destacar entre estos últimos la figura de Miguel León-Portilla, que no por ser el autor de Visión de los vencidos ha dejado de ser el avalista de las aportaciones antropológicas y lingüísticas de los españoles y de los propios mestizos americanos, formados en colegios trilingües donde aprendieron español, latín y náhuatl. Surge de ellos toda una serie de estudios multilingües sin parangón hasta que tres siglos después se suman a esos estudios determinadas potencias colonizadoras europeas.

Es importante señalar que la empresa americana, a partir de la gesta del gran cosmógrafo Andrés de Urdaneta, no sólo incluyó el viaje de América a Asia, ya conocido, sino también el “tornaviaje”, de Asia a América, ruta marítima abierta por Urdaneta y realizada a partir de 1565 por galeones españoles conocidos con el nombre de Nao de Acapulco o de China. Esta doble vía puso tan en contacto esas dos partes del mundo como ya lo estaba gracias a la ciencia y la técnica portuguesas contorneando África.

Página con los primeros versos de la Oda de Camoes en los Coloquios dos simples…El impresionante desarrollo luso en Asia en lo que respecta a nuestros intereses en este estudio se fragua en la obra de García de Orta y de Cristóbal de Acosta. No deja de ser curioso que los primeros versos publicados de Luis de Camões aparecieran entre las páginas preliminares de Colóquios dos simples e drogas he cousas medicinais da Índia, de Orta. La obra fue ampliamente conocida en Europa a partir, al igual que el Tratado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales de Acosta, de los trabajos de Clusius, nombre latino de Charles de L'Écluse.

Un excelente resumen sobre todas esta consideraciones relacionadas con la importancia de la ciencia y la técnica en la empresa americana lo constituye el comentario de Ernesto Sábato “Uno y el Universo” (1945), donde contesta la famosa observación de Wells en su The Outline of History (1919) que damos a continuación. Antes no queremos dejar de destacar que es significativo que sea un argentino quien responda a un autor de ciencia-ficción como Wells en un asunto como este, sin olvidar que Sábato fue, además de un extraordinario novelista y periodista, doctor en Ciencias Físicas y Químicas y que llegó a trabajar en los laboratorios Curie. El fragmento del mencionado texto de Sábato es el siguiente:

H. G. Wells dice: “Fue una desgracia para la ciencia que los primeros europeos que llegaron a América fueran españoles sin curiosidad científica, sólo con sed de oro, y que, movidos por ciego fanatismo, todavía exacerbado por una reciente guerra religiosa, apenas hicieran muy pocas observaciones interesantes sobre las costumbres e ideas de estos pueblos primitivos. Los asesinaron, los robaron, los esclavizaron, pero no tomaron ninguna nota de sus costumbres”. El botánico Hicken emite el siguiente veredicto: “Llegaron, pues, los primeros exploradores al Río de la Plata con el bagaje aristotélico, casi completamente analfabetos...”.

Dejando de lado esta idea de la formación aristotélica en los marineros españoles —y la valerosa sinonimia entre aristotelismo y analfabetismo— las opiniones citadas reflejan el juicio que existió durante mucho tiempo sobre el descubrimiento y colonización de América. No se ve claro, sin embargo, cómo pueden realizarse el descubrimiento de un continente, los largos y riesgosos viajes marítimos, el trazado de cartas geográficas y la explotación de las minas peruanas y mejicanas, sin conocimientos de astronomía, geografía, náutica, cartografía y metalurgia. Hay motivos para acusar a H. G. Wells de falta de imaginación, lo que es singular, y al doctor Hicken de optimismo exagerado sobre la posibilidad de combinar la doctrina de Aristóteles con el analfabetismo.

La navegación de altura fue posible gracias al legado de la astronomía griega, enriquecido luego por los árabes, judíos y cristianos de la Edad Media, que eran impulsados por necesidades técnicas y por prejuicios astrológicos; las Tablas Alfonsíes son la recopilación de todo lo que en la época se sabía de esencial en las ciencias astronómicas[1].

La metalurgia, que permitió la explotación minera de América, provenía de los romanos y había sido perfeccionada por los árabes en las minas de Almadén.

Fotos de Ernesto Sábato y de H. G. WellsRecíprocamente, los grandes descubrimientos de los siglos XIV y XV  destruyen supersticiones, prejuicios astronómicos, geográficos, etnográficos, lingüísticos, climatológicos. Se fortalece la naciente tendencia al libre examen, y tanto por la revolución mental que provocan como por las transformaciones económicas y sociales, los descubrimientos de esa época acentúan el hecho cultural del Renacimiento. La invención de la imprenta multiplica la importancia de las nuevas ideas y se inicia una era de gran actividad material y espiritual.

A partir del “Descubrimiento” se desvanecen como fantasmas nocturnos los monstruos (basiliscos, grifos, dragones) que Aristóteles, Estrabón y algunos pensadores medievales imaginaban que poblaban el mundo más allá de las fronteras de la ecumene, así como los fabulosos mares y tierras que los contenían: la zona periusta, el pulmón marino, el mar tenebroso. Desde ese momento, estos monstruos pierden su condición de objetos reales y se les confiere su condición de objetos ideales.

El propio Colón estaba dotado de espíritu científico: sentido de la observación y empeño teórico. Sus observaciones de la declinación magnética bastarían para asegurarle un nombre en la historia de la Física; es cierto que su teoría sobre el fenómeno es falsa, pero también son falsas las actuales. Hasta los errores del Almirante son científicos y, lejos de servir para condenarlo, son la mejor prueba de su saludable confianza en la ciencia de la época.

El error más grande de todos los que cometió fue, sin duda, el propio descubrimiento. Al respecto, los manuales escolares han difundido la imagen de un Colón omnisciente discutiendo ante una junta salmantina astuta, ignorante y mal dispuesta. Es difícil saber hoy lo que en aquella reunión se discutió, pero puede presumirse que muchos de los argumentos esgrimidos contra el Almirante eran científicamente correctos.

No es creíble que se discutiese la posibilidad teórica de llegar a Oriente partiendo de Occidente: en aquella época ninguna persona medianamente culta negaba la esfericidad de la Tierra —que había sido medida por Eratóstenes de Alejandría—. Es probable que hubiera dos clases de objeciones: en primer lugar, algún teólogo puede haber hablado de la posibilidad de “resbalamiento”, una vez sobrepasado cierto límite en la navegación; esta era una opinión corriente, pues, como no se tenía idea de la gravitación hacia el centro, se pensaba que era imposible habitar en regiones un poco alejadas del centro europeo: San Isidoro no admitía siquiera la existencia de habitantes en Libia, por la excesiva inclinación del suelo; mucho menos podría creerse en la posibilidad de dar la vuelta al mundo, por la misma razón que se negaba la existencia de los antípodas, esos absurdos habitantes con la cabeza para abajo; el propio Cicerón, ecléctico y escéptico, cree necesario asegurar a su amigo Lúculo que no desprecie “esa creencia” (Primeras cuestiones académicas, Libro II).

El otro género de objeción que puede haber tenido el almirante es sensato y atendible: los geodestas griegos habían calculado valores bastante diferentes para la circunferencia terrestre, y el que Paolo del Pozzo Toscanelli ofreció a Colón en su mapa estaba basado en los datos de Posidonio —muy inferiores a los valores reales— y en su exagerado cálculo de la extensión del viejo continente.

En resumen, Colón pensó que la distancia hasta el Oriente no era superior a 1200 leguas, recorrido que calculaba hacer en cinco semanas. Por el contrario, muchos eruditos de la época conocían los cálculos de Eratóstenes, que son casi exactos, y que daban un valor mucho más grande del obtenido por Posidonio. Estos cálculos demostraban que el viaje era una locura.

A pesar de todo Colón hizo la expedición y el azar quiso que tardara justamente cinco semanas en llegar al nuevo continente, lo que explica que se afirmara en su idea errónea de haber llegado a las Indias. Hoy sabemos que Eratóstenes de Alejandría había calculado con asombrosa precisión y que Colón y sus asesores técnicos estaban equivocados. Pero con esta clase de equivocaciones es como avanza la humanidad[2].

Fotografía de José María López PiñeroSi el Descubrimiento significó una colonización en el terreno político y económico, algo parecido sucedió en el campo de la ciencia y la técnica. Sin embargo, el panorama novedoso ofrecido por América significó el mayor impulso que jamás hayan recibido muchas ramas de la ciencia, especialmente en un momento en el que habían entrado en crisis la infabilidad de los saberes clásicos y se abrían nuevas perspectivas para las distintas parcelas del conocimiento.

Elliot dice muy acertadamente que la Europa de comienzos de la Edad Moderna se mostró más rápida en responder a la experiencia del Nuevo Mundo que la Europa Medieval a la experiencia del mundo islámico. Las lecciones enseñadas por las Indias Occidentales fueron más fácilmente aprendidas; Europa estaba más dispuesta a aprender. Hubo, no obstante problemas y obstáculos de tiempo y espacio.

Vino primero un periodo de observación seguido por otro de descripción (detallar lo desconocido para que todos lo entendieran). Se pasó después a la difusión y propagación de la nueva información y de los nuevos saberes, ideas e imágenes. Por último, la incorporación de todo ello con mayor o menor fortuna, con mayor o menor coherencia, en el acervo cultural europeo; lo desconocido era ya completado como fenómeno existente por derecho propio.[3]

Como bien señalaba el profesor José María López Piñero, en el prólogo a la obra El tesoro natural de América. Colonialismo y ciencia en el siglo XVI: Oviedo, Monardes, Hernández:

la historia de la actividad científica española continúa siendo considerada un tema de debate ideológico, totalmente ajeno a la investigación [...] Cualquier intento de acercamiento serio, basado en un paciente estudio de las fuentes, resulta impertinente, tanto para los que hablan de modo prepotente de “un país ajeno a la ciencia”, para evitar el riesgo de ser acusados de patrioterismo con una denuncia que estiman valiente y progresista, como para quienes entonan panegíricos de “glorias científicas nacionales desde el centralismo, los nacionalismos periféricos o el simple localismo.

Las contribuciones de Nicolás de Monardes y de Francisco Hernández significaron  un cambio radical en el proceso de la introducción en Europa de la materia médica americana, en una época en la que el ambiente académico estuvo dominado por el humanismo renacentista y su vertiente médica llamada “galenismo humanista”. El interés por la materia médica de la época estuvo tremendamente influido por la tradición de Nebrija y más tarde por la versión comentada del tratado de  Dioscórides publicada por Andrés Laguna.

Los diferentes fundamentos y orientaciones de las obras de Monardes y Hernández condujeron a que tuvieran así mismo distintos enfoques y amplitudes. El punto de vista de Monardes en la farmacognosia y la terapéutica, debido a lo cual se detuvo en la descripción de las sustancias medicamentosas en sus métodos de preparación, en sus indicaciones terapéuticas y sus modos de administración.

Sus obras tuvieron una amplia difusión en toda Europa a través de una serie de ediciones de sus textos originales o resumidos y ejercieron una extraordinaria influencia que no solamente los convirtió en puntos de partida y referencias obligadas de los trabajos posteriores en torno a la materia médica americana, sino en hitos que pesaron de modo importante en la evolución de varias disciplinas científicas afines[4].

Navegación, cosmología, cosmografía y matemáticas

Portada del libro El arte de navegar en la España del Renacimiento, de José María López PiñeroEn la introducción a su libro  El arte de navegar en la España del Renacimiento, José María López Piñero establece un paralelismo analógico entre el descubrimiento de América (12 de octubre de 1492) y la llegada del hombre a la luna (Armstrong y Aldrin, el 21 de julio de 1969). Dos acontecimientos históricos trascendentales diferenciados en el tiempo; pero más diferenciados incluso desde el punto de vista científico y técnico.

La España del siglo XVI era heredera, como hemos visto, de una brillante tradición en el campo de la astronomía práctica, cuya continuidad se mantuvo a lo largo de toda la Edad Media. Dicha continuidad no se interrumpió durante el siglo XVI; las aplicaciones de tipo náutico y también las correspondientes a la astrología y a la reforma del calendario mantuvieron viva la práctica de las observaciones, la confección de tablas y el interés por perfeccionar los instrumentos. De esta forma España ocupó un digno puesto en la última etapa de la astronomía práctica tradicional, que utilizaba instrumentos muy refinados, pero sin amplificaciones ópticas.

La Universidad de Salamanca[5] fue durante ese periodo el principal foco académico de la cosmografía peninsular. De hecho, acogió la obra de Copérnico y su Sistema Heliocentrista, tema de obligada mención puesto que sólo en España y en Inglaterra tuvo eco positivo el copernicanismo, especialmente en una época en que su rechazo fue general en toda Europa, tanto en los ambientes católicos como en los protestantes.

El desarrollo de la navegación y la cosmografía durante la centuria que nos ocupa fue arriesgada e incitante exigiendo a sus protagonistas una gran dosis de iniciativa e ingenio y poniendo al descubierto los fundamentos teóricos y prácticos que posibilitaron la navegación de altura, la revelación, podríamos decir también la develación, de una insospechada, imprevista y hasta heterodoxa cuarta parte del mundo, de un nuevo continente.

Durante el siglo XVI los tratados de náutica españoles dominaban el panorama europeo, tratados como, entre otros, los de Martín Cortés, Breve compendio de la sphera y de la arte de navegar (1551); Pedro Medina, Arte de navegar (1545, el primero sobre esta materia en Europa) y Regimiento de navegación (1552); Diego García de Palacio, Instrucción náutica (México, 1587); Rodrigo Zamorano, Compendio de la arte de navegación (1581).

La aportación española al nuevo arte de navegar posibilitó las expediciones descubridoras y el mantenimiento, por primera vez en la Historia, de comunicaciones y transportes a escala planetaria. Ese “Arte de navegar”, primera fase de la náutica moderna, fue una de las más tempranas disciplinas “aplicadas”, es decir, una actividad apoyada en bases científicas de considerable complejidad.

José María López Piñero en su libro El arte de navegar en la España del Renacimiento. (Teoría y técnica del arte español de navegar del siglo XVI)[6], se preguntaba ya “cómo y por qué se pierde la preponderancia náutica alcanzada en los siglos XV y XVI, y a cuenta de quiénes pasar el debe de la decadencia marítima a partir de la centuria XVII”. Y no le cabía duda de que la  respuesta tenía que ser forzosamente ideológica, política, social y económica, además de histórica, siguiendo las palabras de Pedro de Medina en El Arte de Navegar “Los españoles […] no sólo han tenido y tienen esfuerzo y ánimo, pero la industria de saber hacer caminos por el agua donde natura los negó, guiándose por una costa tan movible como es el cielo y las estrellas”. López Piñero añadía:

El eurocentrismo, “sin complejo e inconsciente” según la expresión de Chaunu, era tan complejo que identificó el descubrimiento de un territorio por los europeos con su integración en el conjunto de la humanidad. Se ha llegado a hablar con este motivo de “entrada en la historia” de tales territorios, por parte de un abundante ensayismo anclado de una forma u otra en el etnocentrismo romántico. […]

Las limitaciones que el nacionalismo impuso al estudio histórico de dichos descubrimientos fueron todavía más graves. La anacrónica proyección de las naciones europeas del siglo XIX desmembró la investigación en compartimentos injustificables que favorecían la fabulación patriotera. Por otra parte, el nacionalismo provocó un enfrentamiento ideológico entre los trabajos históricos realizados sobre el tema en España y Portugal, y los efectuados en el resto de Europa. Los primeros intentaron reivindicar un “glorioso pasado” nacional, frente a la decadencia y humillación contemporáneas, mientras que los segundos estuvieron movidos, en mayor o menor grado, por la necesidad de disponer de coartadas históricas en un momento expansivo de sus imperios coloniales. El talante triunfalista propio de estos últimos ha pesado notablemente en la consideración de los descubrimientos desde el punto de vista de la ciencia y la técnica, ya que han proyectado hacia atrás la superioridad que en este terreno tiene la Europa noroccidental durante el periodo contemporáneo. A ello se debe, por ejemplo, que el enfoque nacionalista típico de los historiadores alemanes a principios del siglo XX fuera interpretar los descubrimientos casi como una mera consecuencia de los progresos de astronomía centroeuropea del siglo XV. En cambio, los autores españoles, por razones inversas, situaron en un primer plano una perspectiva individualista y tendieron a utilizar la retórica idealista de la aventura, el valor y las motivaciones espirituales. De esta forma, pasaron a segundo término los aspectos científicos y técnicos…[7].

Los autores que se han seleccionado en este apartado de la biblioteca remiten a su registro bibliográfico en la biblioteca virtual; son los siguientes:

Portada del Arte de navegar…, de Pedro de Medina.1. Pedro de Medina (1493-ca. 1567). Matemático, geógrafo, cartógrafo, astrónomo, historiador.

Escribió algunos tratados sobre cosmografía, como el Libro de cosmographia (1538), el Coloquio de Cosmographia (1543) y la llamada Suma de Sevilla (Suma de Cosmographia, 1561), textos en los cuales se emplea el método (aún vigente) para precisar los movimientos aparentes de los astros y fijar sus posiciones en la esfera celeste, tomando puntos de referencia fundamentales que sirvieran para establecer un sistema de coordenadas.

En su obra más destacada, Arte de navegar (1545), se halla recogido todo el saber de la época sobre cosmografía aplicada a prácticas náuticas. Como ya se ha dicho, fue el primero que escribió sobre esta materia en Europa e influyó en Pedro Nunes y Michel Coignet. Fue utilizado como guía para tratados posteriores fechados en los siglos XVI y XVII sobre esta misma materia. Fue traducido al inglés, al francés y al italiano varias veces. Posteriormente, publicó Regimiento de navegación, menos técnico que el anterior, y el Libro de las grandezas y cosas memorables de España.

Como autoridad en estas materias, la Casa de Contratación le consultaba frecuentemente sobre asuntos relacionados con instrumentos náuticos y cartas de marear.

2. Andrés de Urdaneta (1498-1568). Militar, cosmógrafo, marino, explorador y religioso.

Retrato de Andrés de Urdaneta.Se unió a la expedición de García de Joffre de Loaysa en La Coruña, que zarpó hacia Filipinas en 1525. Después de 8 años regresó a las Molucas, vía Ceilán y Cochín, para retirarse a Nueva España como fraile de la Orden de los Agustinos. Este polígrafo, cuya vida personal resulta particularmente aventurera y esforzada, poseía unos profundos conocimientos cosmológicos y náuticos.

La expedición que colocaría a Urdaneta en la Historia fue la que en 1564 le unió a la Expedición de Legazpi a Filipinas. Su reputación científica alcanzó fama universal documentada en el diario de navegación por descubrir y documentar la ruta a través del océano Pacífico desde Filipinas hasta Acapulco (10 de junio-3 de octubre de 1565) por la vía de las altas latitudes, conocida como "Ruta de Urdaneta" o "tornaviaje" y que abrió el camino que sería habitual para los galeones con rumbo a Manila durante más dos siglos[8].

La evangelización de las Filipinas, que aún continúa siendo el único país católico de Asia, se originó gracias a Urdaneta y a los otros cuatro frailes agustinos que le acompañaron en la expedición de Legazpi.

Es significativo que a la vuelta del "tornaviaje" Urdaneta rindiera cuenta de su gran proeza ante los cosmógrafos de Felipe II y se reuniera en Valladolid con Jerónimo de Chaves, Martín Cortés, Pedro de Medina y Alonso de Santa Cruz, entre otros. Lo cual pone de manifiesto hasta qué punto la empresa americana se encontraba perfectamente coordinada.

Hay que decir que el descubrimiento de la ruta marítima de vuelta al Nuevo Continente desde Asia, el tornaviaje, permitió que durante 250 años la llamada Nao de Acapulco o Galeón de Manila o de cualquiera de las ciudades de la ruta (la nao era un galeón al que solían denominar de acuerdo con la ciudad del puerto de destino) mantuviera regularmente su ruta creando así el primer sistema económico global del mundo.

Fotografía del nonio conservado en el Museo de la Historia y de la Ciencia de Florencia.3. Pedro Nunes (1502-1578). Matemático y astrónomo. Fue profesor de Lógica en la Universidad de Lisboa y de Matemáticas en la de Coimbra. Trabajó también en Goa.

Autor del Tratado da esfera (1537), escrito a partir de una traducción del Tractatus de sphaera, de Johannes de Sacrobosco, y del Tratado sobre certas dúvidas de navegação. Inventó el nonius o nonio, dispositivo para fijar la posición de los astros respecto a la línea del horizonte en el astrolabio, decisivo para la navegación de altura. Participó en la mayoría de los descubrimientos portugueses.

Pedro Nunes tuvo un papel importante en los descubrimientos geográficos por los navegantes portugueses. No escribió únicamente sobre sus logros matemáticos y científicos también dejó evidencia de su vida así como una colección de poemas griegos y latinos, y unas notas religiosas que compuso durante sus últimos años[9].

Portada del libro Islario general de todas las islas del mundo, de Alonso de Santa Cruz.4. Alonso de Santa Cruz (1505-1567). Cartógrafo e historiador español del Renacimiento.

El Consejo de Indias reunió en 1533 al Piloto Mayor y otros miembros para examinar las cartas e instrumentos náuticos presentados por Santa Cruz tras su participación en la expedición comandada por Sebastián Caboto a las islas de las Especias, actuales Malucas, expedición que fue vital para su formación y que quedó plasmada en su obra “Islario General”[10]

En 1554 fue llamado a la Corte por Carlos I, pasando siete años en Valladolid, entregado a la confección de libros de astrología, cosmografía y filosofía al servicio del emperador y de su hijo, Felipe II.

Si se establece una superposición de la obra de Santa Cruz con su biografía se puede apreciar la existencia de dos grandes etapas en su vida, una formativa e informativa y la otra un periodo de desarrollo y proyección científica y técnica.

De sus obras puede destacarse el Libro de las longitúdines y manera que hasta agora se ha tenido en el arte de navegar, con sus demostraciones y ejemplos, Crónica del Emperador Carlos V, Islario general de todas las islas del mundo, así como una Historia Universal a la que quería añadir su Geografía Universal.

Reproducción de un fragmento del grabado de la portada de Chronographia…5. Jerónimo de Chaves (1523-1574). Matemático, cosmógrafo, astrólogo, historiador, políglota y traductor de obras científicas procedentes de Italia;estudioso de las artes y de la medicina en general.

Hijo de Alonso de Chaves, quien fue piloto mayor, ingeniero topográfico y cosmógrafo. Su primera obra publicada fue Chronographia o repertorio de tiempos, el mas copioso y precisso, que hasta ahora ha salido a luz (1548), obra de la que se realizaron doce ediciones con privilegio real (incluso después de su muerte se publicó durante otros 10 años más por autorización expresa del rey Felipe II).

Primer catedrático cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla desde 1552. Sucedió a Sebastian Caboto[11] en el puesto de Piloto Mayor de la Casa de la Contratación.

La cosmografía de la Casa de Contratación de Sevilla se apoyó en el Tractatus de sphaera, de Sacrobosco, así como, en general, todos los tratados que se dedicaban al arte de navegar. La mayoría de ellos comienza con una parte o capítulo de la Esfera, como se ha visto por ejemplo en el de Pedro Nunes, que no es más que un resumen de aquél. Por su parte, Jerónimo de Chaves publicó en 1552 una versión castellana comentada con un enfoque práctico y llena de adiciones técnicas.

Igualmente fue autor de un importante número de tablas astronómicas, cartas y mapas; por ejemplo, del primer mapa de Florida, publicado en 1584 por el cosmógrafo flamenco Abraham Ortelius en su Theatrum orbis Terrarum, el Atlas más difundido en toda Europa en la segunda mitad del siglo XVI.

Antes incluso de ser  catedrático de Cosmografía de la Casa de Contratación ya poseía una gran colección de objetos americanos, tanto naturales como artificiales. Llegó a reunir cerca de 400 piezas procedentes de Las Indias, una colección de mapas y una magnífica biblioteca con más de 500 títulos.

6. Pedro Sarmiento de Gamboa (1532-1592). Marino, explorador, historiador, astrónomo y científico.

Se formó en Pontevedra donde comenzó su carrera naval y estudió matemáticas y ciencia náutica. Llegó a las Indias en 1557. Allí fue comisionado para escribir la Historia de los Incas y supo a través del inca Tupac-Yupanqui de las tierras del sur del Pacífico. Fue piloto de uno de los barcos que se armaron para la expedición a las tierras del oeste y que tuvieron como consecuencia el descubrimiento de las Islas Salomón y Barbados (de barbudos).

Como cosmógrafo general de los reinos del Perú tuvo la oportunidad de hablar con los sucesores de los incas, lo que le sirvió para escribir la mencionada Historia de los Incas. Además, la misión que le fue encomendada para dar captura a Francis Drake o Francisco Dráquez como se le llamaba en la época, le permitió explorar los canales de la Patagonia, el Estrecho de Magallanes y levantar cartas de islas, canales, poblaciones, etc., tomando posesión de todas ellas en nombre del Rey de España. Trazó multitud de cartas náuticas y participó en la fabricación de instrumentos que facilitaban la navegación.

Pedro Sarmiento de Gamboa fue sin duda uno de los más cultos cronistas de América. Hombre de acabada formación académica y dotado de una sobresaliente inquietud científica, unió a tales dotes intelectuales la atracción por la aventura. Este conjunto de características e inclinaciones personales definen a uno de los más atrayentes personajes de la proyección hispana en el Nuevo Mundo.

Retrato de Martín Cortés en un grabado de Breue compendio de la sphera…7. Martín Cortés (1545-1582). Cosmógrafo. Hizo aportaciones muy importantes a la náutica, las matemáticas, la cosmología, la geografía y la tecnología.

Su aportación más notable fue la estimación de los polos magnéticos, diferenciados de los terrestres, basada en las desviaciones de la brújula en los distintos lugares, lo que dejó asentada la variabilidad de la declinación magnética. Entre sus escritos, destaca Breue compendio de la sphera y de la arte de nauegar con nueuos instrumentos y reglas: exemplificado con muy subtiles demonstraciones.

A Martín Cortés y Alonso de Santa Cruz se les atribuye, por parte española, la invención de las cartas marinas esféricas, basadas en la separación progresiva de los paralelos. Invención que parece deberse al holandés Gerardo Kremer (Gerardus Mercator) y que también es reclamada por los ingleses para Edward Wright. Las cartas esféricas mantienen los ángulos por medio de un ingenioso espaciamiento de los paralelos por lo que las trayectorias de los barcos que marchan en un rumbo constante aparecen como rectilíneas.

Portada del Regimiento de navegación…, de García de Céspedes.8. Andrés García de Céspedes (1560-1611). Cosmógrafo español del Renacimiento.

Tras la muerte de Pedro Ambrosio de Ondériz, en 1596, García de Céspedes fue nombrado su sucesor en el cargo de Cosmógrafo Mayor del Consejo de Indias, donde permaneció hasta su muerte. Tanto desde ese cargo como desde el de Piloto Mayor, que ocupó desde 1596 hasta 1598, año en el que fue rehabilitado Rodrigo Zamorano, participó en la corrección de los instrumentos de navegar e ideó otros nuevos, ya que era un notable diseñador y constructor de aparatos científicos. También corrigió numerosos errores existentes en el "padrón real" que servía de modelo oficial a las cartas de marear

Por disposición del Consejo, escribió su Regimiento de navegación, último título importante de la gran serie de tratados de náutica españoles de la época. Para escribir el libro, utilizó los escritos de Pero Nunes , de Copérnico —que usó de modo pragmático, sin entrar en cuestiones doctrinales— y, especialmente, la obra de Tycho Brahe. En el Regimiento, García de Céspedes incluyó una tabla para la "Longitud y latitud de algunas estrellas fijas.

Dejó también unas Teóricas manuscritas, cuya primera parte expone "las teóricas según la doctrina de Copérnico", mientras que en la segunda, se "declara, según nuestras observaciones, las causas por que van errados los movimientos del Sol y Luna, así en Copérnico como en el Rey Don Alfonso”.

Creó la Escuela de Alta Matemática como base para la comprensión de la Astronomía en el Monasterio de El Escorial. Ideó un sistema para la construcción de relojes de Sol e inventó un mecanismo que facilitaba la medida de la declinación magnética

Grabado del frontispicio del libro Analysis geometrica…9. Antonio Hugo de Omerique (1634 - 1698). Matemático y geómetra.

Descendiente de comerciantes, estudió en los Jesuitas, de los que recibió su formación en latín y matemáticas. De su producción se han perdido los tratados de aritmética y de trigonometría.

Su trabajo más importante es Analysis geometrica, sive nova et vera methodus resolvendi tam problemata geometrica, quam arithmeticas quaestiones. Pars prima de planis, publicada en Cádiz en 1698. Esta obra fue valorada y alabada por Newton ("I have look into De Omerique´s Analysis Geometrica & fint it a judicious & valuable piece answering to ye Title. For therin is laid a foundation for restoring the Analysis of the Anciens...").

La primera referencia de la obra de Omerique en un libro de Historia de las Matemáticas se halla en Histoire des Mathematiques, de Montucla[12]. Es posible que Montucla no conociera la carta de Newton y es posible igualmente que no conociera tampoco la biografía que escribió Henry Pemberton en 1728 View of Sir Isaac Newton's Philosophy[13] y del paso donde éste afirmaba: "Más de una vez he oído [a Newton] aprobar la empresa de Hugo de Omerique de reestablecer el antiguo Análisis".Este comentario influyó en las posiciones y argumentos que defensores y detractores del avance científico en España sostuvieron a lo largo del siglo XIX, muchos de los cuales sitúan la obra del gaditano como el único puntal del avance científico de la época

La segunda parte de la obra, De problematicus solidus, se perdió. También es suya la obra Tablas artificiales [de logaritmos] (1691).

Grabado de un retrato de Carlos de Sigüenza y Góngora.10. Carlos de Sigüenza y Góngora (1645- 1700). Científico, historiador y literato novohispano (de Nueva España, actual México), contemporáneo de Newton y Leibniz.

Estudió en la Universidad Real y Pontificia de Ciudad de México. En 1672 asumió el cargo de catedrático de astrología y matemáticas, en el puesto que había ocupado Diego Rodríguez 30 años antes; lo ocupó durante 20 años realizando contribuciones notables, mientras desempeñaba simultáneamente el cargo de capellán del Hospital del Amor de Dios.

Fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el aristotelismo del padre Eusebio Kino citaba autores como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.

En 1691 cayeron en México intensas lluvias que anegaron los campos y amenazaron con inundar la ciudad. Como consecuencia de toda esa humedad, se produjo una plaga que consumió los trigales y que se debió a un insecto semejante a la pulga, el chiahuiztli, que Sigüenza descubrió mediante el uso de un aparato precursor del microscopio.

En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto philosóphico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos, en que trataba de calmar el temor supersticioso que provocaba en la gente este fenómeno cósmico. Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de México. En 1693 fue enviado por el virrey como acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del Golfo de México y, en especial, a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.

Ciencias naturales. Historia natural

En el siglo XVI, la expansión geográfica de los reinos de la Península Ibérica y la explotación colonial de inmensos territorios del Nuevo Mundo modificarían los esquemas intelectuales de los europeos. La tarea duró siglos; los primeros de ellos conocieron el enorme esfuerzo de una serie de personajes, sobre todo españoles, como Gonzalo Fernández de Oviedo, Nicolás Monardes y, muy especialmente, Francisco Hernández que han marcado nuestra cultura científica.[14]

En lo que se refiere al apartado que nos ocupa, hay que tener en cuenta una barrera que no afecta a la investigación del tema sino a la difusión de sus resultados. Se trata, como es obvio, de la deficiente comunicación de la historia de la ciencia con respecto al resto de los estudios históricos. Hasta hace un par de décadas, lo habitual en nuestro país era una desconexión prácticamente completa. En los tratados de historia de España, por ejemplo, la actividad científica solía brillar por su ausencia o quedaba reducida, a lo sumo, a un epígrafe poco grato y expuesto apresuradamente de los capítulos “Culturales”.

Por ejemplo, en lo que se refiere a la materia médica y farmacéutica la búsqueda de la salud y de los remedios para la curación de enfermedades han sido siempre elementos que han lanzado al hombre hacia el descubrimiento y la comprobación de productos de distinta procedencia. A veces, este largo y arduo camino lo ha llevado a usar procedimientos tan variados que van desde la magia y la religión hasta la ciencia. Tanto la medicina científica clásica como la moderna, especialmente en el terreno terapéutico, han aculturado gran cantidad de objetos y técnicas curativas procedentes de otras culturas. Así, una de las páginas más importantes y memorables de la historia de la materia médica y de la farmacoterapia europeas fue la incorporación de productos de origen americano al arsenal curativo de los médicos.

Poco a poco y de manera constante, a lo largo del siglo XVI, se introdujeron gradualmente en tierras americanas las experiencias y los conocimientos adquiridos por los europeos. A la vez, tradiciones ancestrales de los moradores de América se transmitieron y se fusionaron con el saber médico de los pueblos del Mudo Antiguo[15].

Como en el apartado anterior, los autores que se han seleccionado remiten a su registro bibliográfico en la biblioteca virtual y son los siguientes:

Portada de la Sumario de la natural y general hystoria de las Indias11. Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557)

Entró al servicio del príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos, con quien asistió a la rendición de Granada. Después de la muerte del príncipe (1497), pasó al servicio del cardenal Juan de Borja, lo que le llevó temporalmente a Italia. Después regresó a España con Fernando de Aragón, duque de Calabria, desempeñando durante un breve espacio de tiempo el cargo de notario de la Inquisición hasta 1507, momento en el que se estableció en Madrid donde ejerció como escribano. Recibió el encargo de Fernando el Católico de confeccionar una relación de todas las noticias referentes a los reyes de España, trabajo que no concluyó puesto que en en 1513 fue nombrado “veedor de las fundiciones del oro y escribano general” y en 1514 entró a formar parte de la expedición de Pedrarias Dávila al Darién como funcionario real.

Realizó seis viajes a tierras americanas. Allí tuvo pleno contacto con la población indígena y con los conquistadores llegados de la Península, lo que le permitió acumular un gran número de noticias y datos que se han convertido en piezas de inestimable valor para el estudio de la realidad americana durante los primeros tiempos de la conquista.

Sus obras y escritos son de carácter histórico y científico (todas ellas escritas en castellano), exceptuando una novela de caballería, Don Claribalte (1519). La que más fama aportó a su autor fue el Sumario de la natural y general hystoria de las Indias, publicado en Toledo por R. de Petras en 1526. Es una auténtica síntesis de la historia natural de las Indias que empieza con un estudio de la naturaleza de las tierras recién descubiertas. Esta obra fue escrita para ofrecer al rey Carlos I una noticia precisa de las cosas más relevantes de las tierras recién descubiertas e incorporadas a su corona.

Otra de sus grandes obras es la Historia General de las Indias, dividida en cincuenta libros y en cuyo prólogo defiende la gestión de los conquistadores al tiempo que ataca la malicia de los indios, llegando a considerar la conquista como un castigo de Dios a la raza americana, lo cual lo enfrentó en varias ocasiones a Fray Bartolomé de las Casas. La primera parte de esta última obra fue publicada en 1535 en Sevilla por Juan Cromberger, no editándose completa hasta 1851-1855.

Escribió también algunos textos de carácter menor como el Libro de la Cámara Real del Príncipe don Juan, e officios de su casa y servicio ordinario, obra que según Amador de los Ríos era el tratado mejor y más completo de la historia de España y de sus relaciones con los demás estados de Europa de cuantos se compusieron en el siglo XVI. Otros de esos escritos menores fueron Batallas e Quincuagenas, Relación de lo sucedido en la prisión del rey de Francia y Regla de la vida espiritual y secreta Theologia.

Retrato de Nicolás Monardes.12. Nicolás Monardes (1493-1588). Polígrafo en el más amplio sentido de la palabra.

Su influencia fue enorme en toda Europa, pues tanto él como algunos otros científicos de su círculo sevillano fueron los primeros que experimentaron con todo tipo de nuevas plantas, algunas más tarde convertidas en alimento y otras poseedoras de raras propiedades inexplicables en su época, como el chocolate, el tabaco, la patata o el tomate entre otras muchas.

En particular, Monardes narraba cómo calentando determinado mineral se producía una extraña luminosidad azul que hoy en día sabemos que no era otra que el efecto fluorescente. Como otros muchos descubrimientos de la época, están escasamente atestiguados por la historia oficial del avance del saber, hasta tal punto, que Robert Boyle y el propio Isaac Newton se interesaron por este fenómeno que juzgaron inexplicable.

Portada de Colóquios dos simples e drogas…13. García de Orta (ca. 1499-1568). Médico, botánico y farmacéutico, descendiente de judíos expulsos, García Abraham de Orta, auténtico hombre renacentista, estudió Medicina, Arte y Filosofía Natural en las universidades españolas de Alcalá de Henares y Salamanca.

En 1534 emigró a las Indias Orientales, donde comenzó a ejercer su profesión; allí pudo describir el cólera asiático y se convirtió en una auténtica eminencia en el campo de la medicina simple (basada en el uso de las plantas) y de las drogas medicinales de la India.

En cuanto a su obra, está escrita principalmente en portugués, hecho extraordinario para los tratados científicos de la época, aunque también dejó trabajos en español, hebreo, latín, árabe y griego.

Su gran obra es Colóquios dos simples e drogas e cousas medicinais da Índia, una verdadera enciclopedia médica y botánica de gran riqueza en detalles etnológicos y etnográficos que se imprimió en Goa en 1563. Obra de carácter fundamental para la construcción y circulación del conocimiento médico y botánico en Asia en el siglo XVI. Comienza examinando la importancia combinada de la experiencia y el testimonio en la materia médica de la India. Para, a continuación, examinar la importancia de la interacción y el intercambio de los sistemas médicos entre Occidente y Oriente.

La versión latina y resumida de esta obra fue publicada en 1567 por el también médico y botánico Charles de l'Escluse bajo el título de Aromatum et simplicium aliquot medicamentorum apud indios nascentium historia. En general, Orta y sus Coloquios tienden a ser mencionados brevemente en el contexto de los estudios relativos a Charles de l'Escluse y, aunque es cierto que éste fue crucial para la difusión del conocimiento de Orta, la gran reputación del naturalista holandés también ha contribuido a que el exceso de literatura científica sobre él haga sombra a García de Orta como precursor de la botánica y la medicina modernas.

Grabado. Retrato de Andrés Laguna de Segovia14. Andrés Laguna de Segovia (1499-1559). Tras estudiar dos años de artes en Salamanca, se trasladó a París en 1530, donde se graduó en artes y cursó medicina. Se formó también en lenguas clásicas con helenistas y latinistas de prestigio. Fue un médico humanista, especialmente dedicado a la farmacología y a la botánica médica.

Laguna seguía considerando vigente la teoría de los cuatro humores, pero se mostró escéptico respecto a la alquimia, rechazando cualquier afirmación que no tuviera confirmación empírica. Pese a ello, incluyó información a veces no de primera mano, sobre productos americanos, como el antisifilítico guayaco, a veces de forma muy confusa. En ese sentido no es fuente directa como sí lo es la obra de un Gonzalo Fernández de Oviedo

Queda fuera de toda discusión la importancia que para la farmacopea europea del siglo XVI tuvo el conocimiento de De materia médica, de Dioscórides, primero con ediciones muy cuidadas, restableciendo el texto original a causa de un número cada vez mayor de impresiones humanísticas a la vista de nuevos manuscritos, y con criterios más filológicos, como pudo ser la que supervisó Antonio de Nebrija, y luego con las traducciones, porque contienen adaptaciones, insertos, comentarios que enriquecen el libro. Así ocurre con la traducción de Andrés Laguna, intitulada Pedazio Dioscorides Anazarbeo acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, y su ilustración con figuras de innumerables plantas exquisitas y raras, cuyos comentarios y adiciones doblan el texto original.

La obra, estructurada en dos tomos y seis libros, posee por un lado el escrito original de Pedacio Dioscórides Anarzabeo y junto a él los comentarios del doctor Laguna. La obra posee multitud de ilustraciones y se divide de la siguiente manera: el volumen 1 incluye el primer y segundo libro de la “Colectanea” de la materia de los medicamentos. El volumen 2 hace referencia a los libros tercero, cuarto, quinto y sexto de la “Colectanea”. Laguna incluyó plantas americanas: como la pimienta de las Indias, los bálsamos, coco índico, el estoraque, guayaco, zarzaparrilla, maíz, phasiolos y phasiolos turquescos, la calabaza, la cochinilla, el nopal[16]

Muchas referencias a esta edición corregida y aumentada de la obra de Pedacio Dioscórides señalan la inclusión de simples americanismos. Una lectura más atenta de la obra pone de manifiesto que no fueron tantos como hubiera sido posible, sobre todo a la vista de los trabajos ya publicados de Fernández de Oviedo y de Nicolás de Monardes. En este sentido, destaca el trabajo pormenorizado del gran farmacólogo español Teófilo Hernando que analiza una a una las plantas americanas que introdujo Laguna y cuyo texto resulta hoy en día insuperable.

Retrato de Cristóbal de Acosta. Grabado.15. Cristóbal de Acosta (ca. 1515-ca. 1592). Médico y naturalista, considerado pionero en el estudio de plantas orientales, en especial para su uso en farmacología. Había estudiado artes y medicina en una universidad Castellana, probablemente la de Salamanca. Fue, junto con Tomé Pires (¿1465?-1524 o 1540) y con García de Orta (ca. 1501-1568), el mayor exponente de la medicina indo-portuguesa.

En la década de los años cincuenta estuvo por primera vez en la India, donde participó como soldado en varias acciones bélicas y conoció a García de Orta, el gran estudioso de la materia médica oriental. En 1568 volvió de nuevo a la India como médico de Luis Ataide, su antiguo capitán, que había sido nombrado virrey. Llegó a Goa pocos meses después de la muerte de Orta. Trabajó como médico en el Hospital Real de Cochín y viajó por diversas zonas de la India y del Asia Oriental hasta que terminó el mandato virreinal de Ataide en 1572.

De regreso a la península acabó afincándose en Burgos, ciudad en la que permaneció desde 1576 hasta 1587, primero como cirujano y luego como médico contratado por el Municipio. En 1578 publicó en esa ciudad Tractado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales, que dedicó a la urbe. Acosta reconoce ampliamente los méritos de García de Orta y su deuda con él. En esta obra estudia un total de 69 plantas medicinales y drogas que García de Orta no había mencionado. En la mayoría ofrece una amplia sinonimia en los idiomas peninsulares (castellano, portugués, catalán y vasco), en los más importantes de la Europa occidental (italiano, francés, inglés, alemán y flamenco) y en varias lenguas del Lejano y Próximo Oriente.

Las descripciones son muy minuciosas, al igual que las figuras, dibujadas a mano, y que fueron las primeras publicadas en Europa sobre plantas del Asia oriental. Se ocupa también de los lugares de procedencia de cada planta o droga, de su recolección y conservación, así como sus posibles adulteraciones. El libro incluye un curioso estudio sobre el elefante, que asocia a pintorescas ideas de origen clásico o medieval.

La difusión del Tractado de Acosta fue muy amplia. La traducción latina, resumida y con comentarios de Charles de l'Escluse o Clusius, apareció a los cuatro años de la edición castellana original y fue reimpresa varias veces. En 1585 apareció una traducción italiana y algo más tarde una francesa.

En 1592, Acosta publicó dos volúmenes sobre temas morales y religiosos: el Tratado en loor de las mugeres y el Tratado en contra, y pro de la vida solitaria. Con otros dos tratados, uno de La Religión y Religioso. Otro contra los hombres que mal viven. Llenos de mucha doctrina, y exemplo. Por el contrario quedaron inéditos sus materiales sobre "las yerbas, plantas, futos, aves y animales, así como terrenos acuátiles que en aquellas partes [la India], y en la Persia, y en la China hay", que planeó exponer en una obra más amplia y sistemática que su Tractado de 1578[17].

Lámina con una Hernandia Moerenhoutiana dibujada.16. Francisco Hernández (1517-1587). Nació en la localidad toledana de La Puebla de Montalbán y después de estudiar Medicina en la Universidad de Alcalá ejerció su profesión en Torrijos y en los hospitales del Monasterio de Guadalupe, en los que realizó disecciones de cadáveres.

Hernández se codeó con lo más granado de la intelectualidad de la época, fuera científica o no. Entre sus amistades figuran personalidades de gran nivel científico, técnico y artístico: Andrés Vesalio (1514-1565), Juanelo Turriano (1500-1585), Juan de Herrera (ca. 1530-1597) o Benito Arias Montano (1527-1598).

Tradujo y comentó la Historia natural de Plinio el Viejo, donde se nos muestra como un auténtico sabio renacentista conocedor, obviamente, de la medicina, pero también de la botánica, zoología, mineralogía, geología, cosmografía, lenguas clásicas, etc. Además, como científico moderno que fue, discute la supuestamente infalible autoridad de los sabios de la Antigüedad. Quizá por todo ello, el monarca español eligió al de La Puebla como director de la expedición que se iba a ocupar del estudio de la naturaleza de Nueva España.

Hernández describió 230 especies de aves, pero la falta de ilustraciones, que se perdieron, hace su identificación muy difícil. Hernández citó de forma sistemática los nombres en náhuatl a partir de los cuales es posible clasificar las aves en su obra Rerum medicarum Novae Hispaniae Thesaurus, seu Plantarum, Animalium, Mineralium Mexicanorum Historia cum notis Joannis Terentii Lineæi [Tesoro de las cosas Médicas de la Nueva España o de las Plantas, Animales y Minerales de los Mexicanos...]. Hernández murió sin ver publicada su obra. Fue en 1648 cuando se completó la edición gracias al empeño del embajador de Felipe IV en Italia, Alfonso Turriano.

El padre Juan Eusebio Nieremberg usó los dibujos de Hernández al preparar su obra Historia Naturae Maxime Peregrine [Historia de la naturaleza en extremo peregrina], publicada en Amberes en 1635.

Pero no fue hasta 1790 cuando se publicó en Madrid la gran obra hernandina que lleva por título Francisci Hernandi... Opera cum edita, tum inedita, ad autographi fidem et integritatem expressa [De Francisco Hernández... obras, tanto editadas como inéditas, sacadas íntegras y con arreglo a lo escrito por el autor], pero tampoco están en ella recogidos todos sus trabajos. La edición príncipe de su obra, por la Accademia dei Lincei, tuvo que salvar el escollo del propio Galileo, que pertenecía a esa institución, y que no creía posibles tales descubrimientos.

Retrato de Arias Montano.17. Benito Arias Montano (1527-1598). Humanista, hebraísta, biólogo y escritor políglota español. Estudió en las Universidades de Sevilla (1546) y Alcalá (1548). Más tarde, en León, se ordenó sacerdote. Felipe II le envió a Amberes como director de la nueva edición de la Biblia Políglota y le nombró profesor de lenguas orientales del Monasterio de El Escorial.

Desde el punto de vista científico la labor de Arias Montano es significativa en tres aspectos: en el trabajo que realizó en la Biblioteca escurialense, en su labor como pieza de engranaje entre el mundo intelectual de Flandes y de España y en su obra de tema científico.

Destaca su faceta biológica en los últimos años de su vida en los que concibió el proyecto de escribir un estudio de la Biblia en relación con las ciencias naturales. Se trata de su obra Naturae Historia, prima in magni operis corpore pars, donde innova a la hora de establecer la clasificación biológica puesto que se aleja de la bíblica, que divide a los  animales en acuáticos, volátiles y terrestres, estableciendo analogías y diferencias entre distintos grupos de especies zoológicas, y lo que es más importante, destacando las características morfológicas que hoy nos parecen más significativas. La edición es en realidad de Amberes, impresa por Plantino y Moreto en 1601.

Portada del Tratado del descubrimiento de las Yndias 18. Juan Suárez de Peralta (1537 – 1592). Hijo de uno de los mejores amigos de Hernán Cortés, Suárez nos dejó uno de los pocos relatos sobre la Nueva España y sus antecedentes históricos escritos bajo la óptica especial de un criollo.

Su obra Tratado del descubrimiento de las Yndias (1589) es historia viva, dado que no sólo proporciona valiosos datos sobre su época sino que recrea el aire, el ambiente peculiar de aquella sociedad enteramente nueva, surgida poco después de la conquista. Una de las partes más trascendentales se refiere a los sucesos mexicanos de los cuales el autor fue testigo y actor. Aquí, la narración se eleva cuando trata temas netamente criollos: la vida cotidiana, las costumbres y convivencia con los indios, los acontecimientos políticos que vivió y la formación del carácter hispano-mexicano.

19. José de Acosta (1540-1600). Entró a servir en la Compañía de Jesús. Estudió Teología en Ocaña.

En 1569, fue enviado a la ciudad peruana de Lima. Participó en la fundación de algunas Universidades, como las de Chuquisaca, Potosí, Panamá y La Paz. Sus deberes como religioso le obligaron a viajar por gran parte del territorio, lo que le permitió adquirir un gran conocimiento tanto de la región como de sus habitantes.

Portada de Historia natural y moral de las Indias.Sus obras fueron muy alabadas por los naturalistas del siglo XVIII debido al amplio y profundo conocimiento que poseía de la flora de América del Sur Occidental. Entre ellas destacan De Natura Novi Orbis, De promulgatione Evangelii apud Barbaros, De Procuranda Indorum salute y, muy especialmente, Historia natural y moral de las Indias, cuyo título completo es Historia Natural y Moral de las Indias. En que se tratan las Cosas notables del Cielo y elementos, metales, plantas y animales de ellas y los ritos, ceremonias, leyes y gobierno y guerras de los indios.

Su obra se tradujo rápidamente a muchas lenguas, entre ellas, la inglesa, alcanzando una repercusión considerable entre los científicos británicos. Robert Boyle en concreto le cita con gran elogio, denominándolo “sapientísimo” en una de las obras fundamentales de todos los tiempos: El químico escéptico[18]. Tanto Newton como Boyle se admiraron del descubrimiento de la fluorescencia, a la que no supieron dar explicación, por parte de Monardes y difundido por Acosta.

Las ediciones españolas son diez, pero sus traducciones al italiano, francés, alemán, inglés, holandés e incluso latín, han hecho de esta obra una de las más populares y ampliamente conocidas en Europa de cuantas se escribieran en el siglo XVI sobre el Nuevo Mundo. Pero, además, su mentalidad abierta y científica le hace observar detenidamente la geografía y naturaleza del Nuevo Continente, de las que dio buena cuenta en sus obras sobre la naturaleza americana De Natura Novi Orbis y De Procuranda Indorum salute, compendio de geografía, filosofía natural, botánica y zoología.

Alexander von Humboldt (1769-1859), una de las personalidades científicas más relevantes de la historia, tomó el sistema descriptivo de la Historia Natural y Moral de las Indias como base para la elaboración de sus ideas y la utilizó para la creación de su obra más importante: Cosmos.

Antropología

Reproducción de una página de la Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino de Sahagún.La esencia del método de investigación antropológica fue concebido y practicado de manera espontánea por Fray Bernardino de Sahagún. Resultado de ella son los centenares de folios en lengua náhuatl en los que se conserva la visión netamente indígena de lo que había sido la antigua cultura, así como de sus supervivencias.

Como señala Miguel León Portilla, para comprender el verdadero significado de lo que intentó y realizó fray Bernardino de Sahagún es menester distinguir entre lo que corresponde al método y a la concepción del plan seguido por éste y lo que corresponde a la forma en la que se llevó a cabo, con los resultados que conocemos y que continúan siendo objeto de estudio. Persiguiendo un fin eminentemente práctico, “la aculturación cristiana” de los indios, no restringió Sahagún el campo de su investigación sino que en un plan integral se ocupó, como él mismo indica, de “las cosas divinas, o por mejor decir, idolátricas y humanas y naturales de esta Nueva España”.

Con un método que hoy en día sigue siendo científico y moderno, verdadero ejemplo de investigación antropológica integral, dedicó muchos años de su larga vida a buscar información sobre la base de las pinturas o códices indígenas, recogiendo el testimonio de los indios viejos conocedores de todos los puntos fundamentales de la cultura, tanto intelectual como material de los nahuas.

Tuvo clara conciencia de que para introducir procesos de cambio en un grupo humano es requisito indispensable partir de una investigación, lo más completa posible, de sus diversas instituciones y patrones culturales, de sus antecedentes y evolución histórica y también del medio ambiente en que se ha desarrollado, con especial énfasis en lo que concierne a los recursos y posibilidades del mismo.

En ese plan incluyó, consciente de la interdependencia de los varios factores y elementos culturales, los más diversos puntos relacionados con la vida de los pueblos nahuas, desde el medio natural en que vivían y sus antecedentes históricos, hasta lo concerniente a las sutilezas de su arte y su pensamiento, sin excluir el estudio de la visión que los pueblos vencidos tuvieron acerca de la conquista. Para llevar esto a cabo formó, como lo haría ahora el mejor de los antropólogos, un equipo sólidamente preparado, integrado por hombres que poseían la llave indispensable del idioma nativo para llegar en forma directa al meollo mismo de lo que pretendían investigar. Con este equipo se puso en marcha lo que hoy llamaríamos un intenso trabajo de campo. Ese trabajo incluyó el estudio del pasado indígena, el acercamiento a las supervivencias de la antigua cultura y, sobre todo, la búsqueda de informantes capaces de dar a conocer lo que había sido la vida en los días anteriores a la conquista.

Con este criterio se puso en contacto directo con la realidad humana y cultural de los pueblos de idioma náhuatl, en busca de una base firme que permitiera encauzar sin violencia los procesos de cambio y aculturación que, a partir de la conquista, inevitablemente estaban afectando a las poblaciones indígenas. Solamente conociendo su lengua, su mentalidad y modo de ser, sería posible hacerles llegar en su propio contexto cultural el mensaje cristiano, objetivo principal de la acción de los frailes.

La escuela de los discípulos y traductores de Sahagún supuso una renovación en el nuevo mundo de algo muy semejante a lo que habían sido las famosas escuelas de traductores de Toledo. Desde fines del siglo XI traductores árabes y judíos, colaborando con letrados y sabios, habían hecho posible el acercamiento de la conciencia hispánica y europea a textos y obras conservadas en idioma arábigo, muchas de ellas clásicos del mundo antiguo hasta entonces casi desconocidos para el pensamiento de Occidente. Lo que en Toledo se llevó a cabo al rescatar esos textos, se repitió, toda proporción guardada, en el ambiente de la Nueva España gracias al esfuerzo y al amplísimo criterio humanista de Bernardino de Sahagún quien, con sus trilingües, salvó asimismo del olvido no sólo los anales y tradiciones históricas, la literatura y los conocimientos médicos, sino también la antigua visión del mundo y lo más elevado del pensamiento de esos otros creadores de cultura en los milenios anteriores al contacto con el hombre occidental.

De esa mina riquísima provienen numerosos textos que han hecho posible una comprensión más honda y directa de las diversas instituciones prehispánicas, como son su literatura, en particular su poesía y su historia, su concepción del mundo, el sentido que daban a sus creaciones artísticas, y en una palabra, la visión integral de lo que fue la vida y el pensamiento en la región central de México antes de que tuviera lugar el choque de culturas del que nacería, siglos más tarde, la moderna nación mexicana.

Los autores que se han seleccionado para este apartado también remiten a su registro bibliográfico en esta biblioteca virtual y son los siguientes:

Retrato de Fray Toribio de Benavente, Motolinía.20. Fray Toribio de Benavente (1482–1569). Misionero franciscano e historiador de la Nueva España.

Se caracterizó por ser defensor de los derechos de los indígenas. Mejor conocido con el mote de Motolinía, vocablo que significa desdichado o pobrecito en náhuatl, cuya etimología procede de mo (es/se), y tolinia (pobre/afligir), es decir, “el que es pobre o se aflige”.

Se conocen tres partes de su obra: la primera parte trata sobre su llegada como misionero a la Nueva España y sobre la religión azteca, la segunda se refiere a la conversión cristiana y el modo en que los nativos celebraban las fiestas de la iglesia y la tercera parte describe la idiosincrasia de lo nativos, así como la geografía, flora, fauna y las principales ciudades de la Nueva España.

 Como ya se explicó antes, parece ser que Historia de los Indios de la Nueva España es una compilación de Memoriales con algunas diferencias o la misma pero en versión retocada. Ambas son prologadas con una dedicatoria a don Antonio Pimentel, conde de Benavente, la tierra natal de Motolinía, llamada “Epístola Proemial” pero la Epístola de Memoriales difiere ligeramente al de Historia de los Indios.

Las obras de Motolinía, en especial los Memoriales y La Historia de los Indios de la Nueva España, reflejan la alta preparación cultural con que contaba; sabía mucho sobre humanidades y filosofía. Otro factor clave fue que, al comprender el náhuatl y descifrar códices, obtuvo información de primera mano por parte de los indígenas que le contaron sobre la cultura azteca, ya fuera en forma oral o escrita. Fray Bernardino de Sahagún reconoció y aseguró que Motolinía era muy "competentemente letrado". Fray Jerónimo de Mendieta dijo que Motolinía fue el que más viajó.

La obra es tal que aún los historiadores modernos cuando tratan sobre la Nueva España inevitablemente tienen que consultar el trabajo de Toribio de Benavente. Se adelantó a su tiempo al ser uno de los pioneros en pro de los derechos de los más necesitados. Paradójicamente, el "pobrecito" legó una rica herencia cultural.

Portada de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España21. Bernal Díaz del Castillo (1496–1584). Conquistador español y cronista de Indias.

Conquistador español y cronista de Indias. Pasó a las Indias como soldado de Pedrarias Dávila y luego se asentó en Cuba. Participó en las tres grandes expediciones, que, sobre Nueva España, partieron desde esa isla: la de Francisco Hernández de Córdoba en 1517 en la que se descubrió Yucatán; la de Juan de Grijalva en 1518 para explorar Yucatán y que llegó hasta la provincia de Pánuco; y la de Hernando Cortés, en 1519.

Todo ello se recoge en su gran obra titulada Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de gran valor porque describe los múltiples acontecimientos que ocurrieron durante esa empresa. Por esta obra desfilan personajes españoles e indígenas y se describe a la perfección el ambiente que rodeaba cada una de las acciones emprendidas, desde los primeros contactos con los nativos hasta las grandes expediciones por Centroamérica, pasando por las batallas en Tabasco y Tenochtitlán y el viaje de Cortés a las Hibueras.

[...] descubrimos tierras de grandes poblaciones y casas de cal y canto, y grandes adoratorios de sus ídolos; y las gentes naturales dellas tenían vestidos de ropa de algodón y labranzas de maizales. Y sus guerreros bien fuertes y bravosos, con sus banderas, y atambores, y traían armaduras de algodón que les daban en las rodillas, y lanzas, y rodelas, y arcos y flechas, y macanas y espadas de navajas que parecen de a dos manos, y hondas, y mucha piedra.

Participó en una multitud de acontecimientos de la Conquista, no sólo en lo que hoy es México, sino también en países como Guatemala y Honduras. Fue encomendero de Chamula y Micapa, en la provincia de Chiapas, así como también lo fue de Teapa, en la provincia de Tabasco. Vivió un tiempo en la villa del Espíritu Santo donde fue Regidor.

Retrato de fray Bernanrdino de Sahagún.22. Bernardino de Sahagún es el nombre adoptado por Bernardino de Rivera, Ribera o Ribeira (1499-1590) al hacerse fraile franciscano. Fue autor de un número de obras en náhuatl y español consideradas hoy entre los documentos más valiosos para la reconstrucción de la historia de México antiguo antes de la llegada de los conquistadores españoles.

Por su método de trabajo, basado en la recolección en las fuentes de testimonios de los ancianos, el análisis detallado, y la compilación bilingüe (náhuatl-español), y por los resultados que obtuvo al investigar sobre la cultura de los antiguos mexicanos, eruditos como Garibay y León-Portilla lo han considerado el primer antropólogo de América.

Fruto de todo ello es la Historia general de las cosas de Nueva España, obra que consta de 12 libros y está dispuesta en tres columnas paralelas: para el español, para el náhuatl y para las notas, fuentes y comentarios y su importancia en el campo antropológico, lingüístico y literario, y es reconocida de todos.

El etnólogo Miguel Acosta Saignes afirma: “Sahagún fue un genial precursor de la etnografía... Con irreprochable método, que siglos más tarde habría de hacer suyo la etnografía, Sahagún preparó una sinopsis de la obra que se proponía, para recoger, conforme a ella, el material necesario. Consultó informantes, a quienes consideró absolutamente idóneos, y sometió el material recogido y elaborado a sucesivos mejoramientos hasta cuando, ya cernido, consideró suficiente su empeño. Deseoso de no faltar a la verdad y para que cada quien pudiese en el futuro juzgar sobre su atingencia, anotó las circunstancias en las cuales recogió informes, los nombres y conocimientos de quienes con él trabajaron y los repasos a los cuales hubo de someter la Historia”.

Fue el creador de un método riguroso de investigación más científico, por lo que se le considera el padre de la investigación etnohistórica y social americana. Logró reunir un extraordinario arsenal de noticias, de boca de sus informantes, relativas a la cultura mexica. Su concepción antropológica, basada en la división  de honda tradición medieval en tres categorías: lo divino, lo humano y lo mundano, se encuentra reflejada en toda la obra de Sahagún. De ahí que exista una estrecha relación en el modo de concebir y escribir su Historia con la obra de, por ejemplo, Bartholomeus Anglicus intitulada De propietatibus rerum... en romance (Toledo, 1529), libro muy en boga en su época, lo mismo que con las obras de Plinio el Viejo y Alberto el Magno.

Retrato de Francisco Cervantes de Salazar.23. Francisco Cervantes de Salazar (¿1514?-1575).  Gran humanista y letrado. Estudió en la Universidad de Salamanca y fue profesor en la Universidad de Osuna (1546). Viajó a México en 1551, siendo nombrado rector en su universidad. Murió siendo canónigo de la catedral de México

Fue miembro fundador de la Real y Pontificia Universidad de México, en la que desempeñó el cargo de profesor durante varios años y de la que se convirtió en rector en 1567.

Autor de México en 1554: Tres diálogos latinos, obra en la que exalta las afueras de México y, en concreto, las poblaciones indias colindantes, compuso una Crónica de la Nueva España de un gran valor antropológico por sus datos sobre las culturas indígenas y su valor histórico, que ofrece informaciones sobre la conquista de Hernán Cortés al que conoció personalmente; se inspiró para ello en las Cartas de relación del mismo y en la Historia general de las Indias de López de Gómara y así como en su obra anterior sobre la misma materia Túmulo imperial de la gran Ciudad de México, al igual que en numerosas cartas cruzadas entre los conquistadores, el rey y el Consejo de Indias; también tradujo y glosó ampliamente a Luis Vives.

Portada de Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León.24. Pedro Cieza de León (1518-1554). Llegó a América, según sus propias palabras, "En la edad de trece años". Realizó numerosas actividades, tales como expediciones, fundaciones, encomiendas gubernamentales, que se pueden resumir cronológicamente. En 1536 y 1537, la Expedición a San Sebastián de Buenavista y a Urute junto con Alonso de Cáceres.

En 1539 participa en la fundación de Santa Ana de los Caballeros (Anserma, Colombia), junto con Jorge Robledo; en 1540, en la fundación de Cartagena de Indias (Colombia); y en 1541, en la fundación de Antioquia (Colombia). Posteriormente tomó posesión de una encomienda que le otorgó Sebastián de Belalcázar.

En 1547, junto a Pedro de La Gasca, inició un viaje hacia tierras peruanas en una misión de pacificación, y en 1548 inicia un viaje a la Ciudad de los Reyes (actual Lima). Es justamente allí donde comienza su carrera como escritor y cronista oficial del Nuevo Mundo. Durante los dos años siguientes recorrió los territorios del Perú recogiendo una interesante información con la que pudo desarrollar su obra.

Cieza de León pertenece, por su atención a la naturaleza, a un grupo de "cronistas de indias" intermedio entre los auténticos naturalistas como Gonzalo Fernández de Oviedo o José de Acosta y los autores que se limitaron a relatar sucesos o describir costumbres. Su obra está consagrada, por tanto, a la narración histórica, pero con un interés considerable por las cosas naturales.

Se le llamó, con acierto, "principal cronista de Indias". El material recogido se caracteriza por su amplia cobertura y fiabilidad; de hecho, representa la primera enciclopedia sobre la historia, la geografía, la botánica y la zoología de América del Sur. Gracias a él llegaron a Europa las primeras noticias sobre animales como el puma, el jaguar, la alpaca, la llama o la zarigüella, o sobre vegetales como la piña o el aguacate.

En sus libros describe la diversidad de grupos étnicos indígenas y sus lenguas. Sus manuscritos, por su información detallada, fueron la base de la mayor parte de sus últimos trabajos históricos sobre los Incas.

Escribió una Crónica del Perú en tres partes, de las que sólo la primera se publicó en vida de su autor, quedando inéditas las otras dos hasta los siglos XIX y XX respectivamente. La primera parte es una exposición de la geografía, la historia natural y la etnografía del territorio que se extiende desde Cartagena de Indias hasta la zona norte del actual Chile. El especial valor es que procede, en su mayor parte, de la observación directa.  La segunda parte contiene la crónica del imperio de los Incas en Perú, es decir, de los incas yupangueis y de sus grandes hechos y gobierno. Y la tercera parte, trata de las guerras civiles del Perú y es la más extensa de todas.

Retrato de Antonio de Herrera y Tordesillas.25. Antonio de Herrera y Tordesillas (1549-1626) Cronista. Autor de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas y considerada una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América.

Con la Descripción de las Indias Occidentales de Herrera culminó la escuela historiográfica —iniciada ya a partir del uso del diario del primer viaje de Colón— consistente en componer nuevas obras a partir de diversas crónicas, tratados de náutica y otros manuales, como la obra de Martín Fernández de Enciso, los manuscritos de Alonso de Chaves y Alonso de Santa Cruz, y la de Juan López de Velasco, además de una amplia cartografía; todas ellas fueron las fuentes que utilizó Herrera para componer su obra y para incluir en ella catorce mapas de América y Extremo Oriente.

Fue común en las nuevas ediciones de sus Décadas incluir su Descripción como una parte más de la obra, aunque en ocasiones se publicó de forma independiente, traducida al alemán, francés, inglés y latín

* * *

Retrato fotográfico de Rey PastorJulio Rey Pastor que, por su formación matemática y científica, estaba capacitado para ello, fue el primer historiador de la ciencia que pudo dar una opinión fundamentada sobre la ciencia y la técnica en la empresa americana, opinión que hoy, casi un siglo después de su publicación, sigue teniendo validez:

Ciencia y técnica muy rudimentarias, sin duda, desde nuestro actual punto de vista, fueron utilizadas por los descubridores de nuevas rutas y de mundos nuevos, como parecerán rudimentarias a las venideras generaciones las hipótesis físicas que usan nuestros ingenieros para el cálculo de sus estructuras y nuestras actuales ideas sobre el cáncer. Precisamente esta dramática desproporción entre la insignificancia de los medios y la grandiosidad de los resultados hace resaltar con más impresionante relieve el valor de quienes los lograron[19].

La desproporción entre los españoles y los indios ha servido a veces para justificar el resultado del encuentro desigual en las tierras americanas. Pero no se olvide que en una fecha tal como la de la batalla de Bicoca, en 1522 —de forma rigurosamente contemporánea con la conquista de Cortés—, entre franceses y españoles, preludio de la de Pavía, el resultado fue tan abrumador como el que experimentaron los aztecas.

En efecto, la derrota de los franceses fue tan absoluta, sin que se produjera una sola baja entre los españoles, que la palabra “bicoca” ha pasado a ser proverbial. No en balde los propios franceses, por boca de Rabelais en su Pantagruel, se lamentaban de la magnitud de su derrota basada, al igual que en el caso de los indios, en la diferencia no sólo del armamento entre ambos ejércitos sino en la concepción táctica y estratégica.

Universidades fundadas por España

Desde un punto de vista contemporáneo, nada resulta tan revelador como las fechas de fundación de las Universidades que se crearon en América según se iba desarrollando el proceso rapidísimo del descubrimiento y evangelización, especialmente si se recuerda la fecha de constitución de la Universidad de Harvard, en 1636.

Fotografía del Convento de los Dominicos, en Santo Domingo, donde se fundó la Universidad Santo Tomás de Aquino en 1538.

Las Universidades fundadas por España en las colonias en el periodo fueron las siguientes:

1538: Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo, República Dominicana.

1551: Real y Pontificia Universidad de San Marcos en Lima, Perú.

1551: Real y Pontificia Universidad de México.

1552: Real Universidad de La Plata en Sucre, Bolivia.

1558: Real y Pontificia Universidad de Santiago de la Paz y de Gorjón en Santo Domingo, República Dominicana.

1580: Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Bogotá, Colombia.

1586: Universidad de San Fulgencio en Quito, Ecuador.

1594: Universidad de San Luis en Ecuador.

1595: Universidad de San Carlos en Cebú, Filipinas.

1608: Pontificia Universidad de San Ildefonso en Lima, Perú.

1611: Universidad Pontificia y Real de Santo Tomás en Manila, Filipinas.

1613: Universidad de Córdoba en Argentina.

1619: Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Santiago, Chile.

1621: Pontificia Universidad de San Ignacio de Loyola en Cuzco, Perú

1621: Universidad de San Miguel en Santiago, Chile.

1621: Pontificia Universidad de San Francisco Javier en Bogotá, Colombia.

1622: Universidad de San Gregorio Magno en Quito, Ecuador.

1624: Real y Pontificia Universidad de San Francisco Javier en Sucre, Bolivia.

1624: Real y Pontificia Universidad de Mérida de Yucatán en Méjico.

1653: Universidad Nuestra Sra. del Rosario en Bogotá, Colombia.

1676: Real Universidad de San Carlos Borromeo en Guatemala.

1677: Universidad de San Cristóbal en Huamanga, Perú.

1681 y refundada en 1786: Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Quito, Ecuador.

1692: Real Universidad de San Antonio Abad en Cuzco, Perú.

 


Notas

[*] Harrison, John: The Library of Isaac Newton. Cambridge : Cambridge University Press , 2008. 308 páginas
ISBN-10: 052110145X
ISBN-13: 978-0521101455

[1] La astronomía náutica es ibérica y su origen está en los Regimientos de navegación portugueses; resultó de la colaboración de Abraham Zacuto con los náuticos de la Junta de Matemáticos de Lisboa y, en especial, con José Visinho: es una aplicación de las doctrinas grecoarábigas contenidas en la obra de Alfonso X.

[2] Sábato, Ernesto: Uno y el Universo. 1945

[3] Fresquet Ferrer, José Luis: “Los inicios de la asimilación de la materia médica americana por la terapéutica europea”.  En: Viejo y nuevo continente : la medicina en el encuentro de dos mundos / coordinador, José M. López Piñero. — Madrid : Saned, 1992, pp: 281-307.

[4] López Piñero, José María: “Los primeros estudios científicos sobre la materia médica americana: La Historia medicinal de Nicolás de Monardes y la expedición de Francisco Hernández a Nueva España”. En Viejo y nuevo continente: la medicina en el encuentro de dos mundos / coordinador, José M. López Piñero. — Madrid : Saned, 1992

[5] Un primer hecho de importancia es la inclusión de la obra de Copérnico en los estatutos de la Universidad de Salamanca de 1531, aunque la posibilidad de utilizar el texto de Copérnico en la enseñanza no llegó a cumplirse

[6] López Piñero, José María

El arte de navegar en la España del renacimiento (Teoría y técnica del arte español de navegar del siglo XVI) [Texto impreso] / [por] José María López Piñero. Barcelona : Labor, imp. 1979.

[7] López Piñero, José María, 1933-2010

El arte de navegar en la España del renacimiento (Teoría y técnica del arte español de navegar del siglo XVI)  / José María López Piñero. — [2ª ed.]. — Barcelona : Labor, 1986 : 285 p. : il. col. y n. ; 31 cm : Bibliografía: p. 273-277 : DL B 33209-1986. — ISBN 84-335-0029-5

[8] También son interesantísimas las noticias que tuvo ocasión de proporcionar a Fernández de Oviedo sobre las islas del Pacífico y más en concreto sobre el Archipiélago de Filipinas.

[9] Pedro Nunes (1502-1578) : his lost algebra and other discoveries / edited and translated by John R.C. Martyn. — New York : P. Lang, c1996

[10]  Santa Cruz, Alonso de, 1505-1567

Alonso de Santa Cruz y su obra cosmográfica [Texto impreso] / [edición de] M. Cuesta Domingo. — Madrid : Instituto "Gonzalo Fernández de Oviedo", D.L. 1983- D.L. 1984

2 v. : il. ; 25 cm. — (Tierra nueva e cielo nuevo ; 8, 13)

[11] Pardo Tomás, José

Un lugar para la ciencia : escenarios de práctica científica en la sociedad hispana del siglo XVI / José Pardo Tomás. — La Orotava : Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2006 :

112 p. : il. ; 25 cm.

[12] Montucla, J. E. (1799-1802): Histoire des Mathèmatiques, 4 vols, Paris, t. II, p. 167

[13] Pemberton, Henry (1694-1771) View of Sir Isaac Newton's Philosophy. London: S. Palmer, 1728.

[14] Pardo Tomás, José

El tesoro natural de América [Texto impreso] : Oviedo, Monardes, Hernández : colonialismo y ciencia en el siglo XVI / José Pardo Tomás ; prólogo de José María López Piñero. Tres Cantos : Nivola, 2002.

[15] Somolinos d'Ardois G. Capítulos de historia médica mexicana II. México, 1979, pp. 148-149

[16] http://digital.csic.es/bitstream/10261/11528/1/Laguna.pdf

[17] - Texto reproducido íntegramente de la entrada de Cristóbal Acosta en el Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España. Volúmen I. Barcelona : Ediciones Península , 1983. Páginas: 21-22 de José M. López Piñero, F.Glick Thomas, Víctor Navarro Brotóns y Eugenio Portela Marco

[18] It may indeed be objected, that the reason why from Gold or Silver we cannot separate any moisture, is, because that when it is melted out of the Oare, the vehement Fire requisite to its Fusion forc’d away all the aqueous and fugitive moisture; and the like fire may do from the materials of Glass. To which I shall Answer, that I Remember I read not long since in the Learned Josephus Acosta who relates it upon his own observation; that in America, (where he long lived) there is a kind of Silver which the Indians call Papas, and sometimes (sayes he) they find pieces very fine and pure like to small round roots, the which is rare in that metal, but usuall in Gold; Concerning which metal he tells us, that besides this they find some which they call Gold in grains, which he tells us are small morsels of Gold that they find whole without mixture of any other metal, which hath no need of melting or Refining in the fire.(Boyle, Robert: The Sceptical Chymist or Chymico-Physical Doubts & Paradoxes,... London: Printed by J. Cadwell for J. Crooke, and are to be Sold at the Ship in St. Paul’s Church-Yard,1661. pp.371.)

[19] Rey Pastor, Julio, 1888-1962

La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América [Texto impreso]. — 4ª ed. — Madrid : Espasa-Calpe, [1970]

149 p. : grab. ; 18 cm. — (Colección Austral ; v. 301)